El pasado domingo fueron muchos los españoles que superaron el calor del verano para acudir a su cita con las urnas. El riesgo que para una parte del electorado representaba que Vox pudiera formar Gobierno con el PP permitió una significativa movilización y que también la televisión pública alcanzase una audiencia de 12.186.000 espectadores.

Los españoles optaron, en unos comicios convocados en pleno verano y con un calor que trató de aliviarse con la ayuda de los ventiladores, por pegarse a TVE. Mientras la participación electoral llegó al 70,40 por ciento, algo que ya había anticipado el elevado número de votos emitidos por correo (2,47 millones), la audiencia de la televisión pública fue creciendo del 12,6 por ciento a las nueve de la noche hasta el 21 por ciento pasada la medianoche.

Aunque la participación no alcanzó el récord de 1982, logrado por Felipe González con el estreno del PSOE en el Gobierno (79,97 por ciento), estas elecciones contaban con demasiados ingredientes como para que ser interpretadas con ligereza.

Los votantes tenían claro que un posible crecimiento del PP podía suponer, con la imprescindible colaboración de Vox, un cambio político. Finalmente, la formación de Santiago Abascal perdió 600.000 votos y 19 diputados, quedándose en 33 y no pudiendo ayudar al PP de Alberto Núñez Feijóo a alcanzar la mayoría absoluta. El líder popular, que reclama su derecho a formar gobierno, puede ver cómo Pedro Sánchez, si se rodea de Sumar y de los nacionalistas catalanes, vascos y gallegos, da la vuelta a la tortilla. La solución parece que llegará con la convocatoria de otras generales.