Feijóo se queda corto, Sánchez resucita

Papeletas en un colegio electoral.
Papeletas en un colegio electoral.
Marcos Cebrián / HERALDO

Debió de ser la de ayer, a pesar de la música y los bailes en la calle Génova de Madrid, una noche decepcionante en la sede del PP. 

El proyecto de Alberto Núñez Feijóo para poner fin al sanchismo e iniciar en España un nuevo ciclo político no obtuvo el nivel de respaldo que esperaba, ni siquiera el que predecían la mayoría de las encuestas. El resultado, aun sumando a los del PP los escaños de Vox, se queda corto, demasiado corto.

No es que la cosecha electoral de Feijóo haya sido mala. El PP fue ayer el partido más votado, aunque por una diferencia no muy grande, y el que obtuvo más escaños, superando en 14 al PSOE. Y además mejoró en 47 escaños, que no es moco de pavo, el resultado de noviembre de 2019, absorbiendo los 10 diputados de Ciudadanos, recuperando 19 de Vox y añadiendo todavía otros 18.

Pero al final los 136 escaños de los populares se quedan muy lejos de las expectativas que habían manejado. Feijóo llegó a hablar de superar los 160; y muchas encuestas los situaban en el entorno de los 150. Por añadidura, la suma del PP y Vox, 169 diputados, no alcanza la mayoría absoluta, lo que convierte en prácticamente inalcanzable la investidura del líder del PP. Para conseguirla, Feijóo, supuesto el respaldo de Vox, tendría que contar con los diputados de UPN y Coalición Canaria y obtener además el apoyo del PNV. Pero juntar a los nacionalistas vascos con Vox es un imposible metafísico, máxime cuando el PNV se está disputando con Bildu el liderazgo de la política vasca.

Naturalmente, Feijóo puede reclamar a los socialistas, como hizo en el debate a dos y reiteró anoche, que permitan que gobierne el partido más votado. Pero Sánchez nunca ha estado por la labor de aplicar esa regla. De hecho, en 2016 sus propios compañeros del comité federal socialista lo defenestraron por negarse tercamente a facilitar la investidura de Rajoy de manera que no hubiera que repetir elecciones por tercera vez. Y si Sánchez se ha negado siempre a ese tipo de solución para la gobernabilidad, con más fuerza lo va a hacer cuando ha conseguido la remontada socialista que llevaba anunciando durante toda la campaña electoral. Se calculaba que el PSOE obtendría poco más de cien diputados o incluso que se quedaría por debajo del centenar. Pero también aquí la mayoría de las encuestas han errado. El PSOE, con 122 diputados, mejora los resultados de 2019. Sánchez ha vuelto a demostrar que tiene siete vidas y que es capaz de resucitar cada vez que se le da por muerto. Y es difícil dudar de que intentará poner en marcha una segunda temporada del gobierno Frankenstein. Solo que tampoco él tendrá fácil la investidura. Probablemente necesitará el apoyo de todas las fuerzas nacionalistas y separatistas, y el precio que le pondrán no será barato.

Así que tenemos muchas papeletas para que la que va a comenzar se convierta en una nueva legislatura ‘colgada’, como las de 2015 y abril de 2019, en la que no resulte posible formar gobierno, lo que abocaría a repetir las elecciones. En definitiva, entre la investidura imposible de Feijóo, la posibilidad de un gobierno que vuelva a pagar peajes a quienes quieren romper la Constitución y el bloqueo político, lo único seguro es que los comicios de ayer no han servido para clarificar el panorama político en España ni para abrir camino a un gobierno y unas políticas que susciten un respaldo mayoritario.

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