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Cartas al director de HERALDO: Curso de verano en Illueca

Fachada del castillo-palacio del Papa Luna en Illueca.
Fachada del castillo-palacio del Papa Luna en Illueca.
Laura Uranga / HERALDO

Curso de verano en Illueca

Estaba hace unos días en Illueca, en la madrugada, respirando el aire fresco y emocionado frente a la verde frondosidad de la sierra de la Virgen, al monte de la Lezna invadido por el sol saliente; y con mi pueblo a los pies del Castillo Palacio de Pedro Martínez de Luna, elegido pontífice en Aviñón y que tomó el nombre de Benedicto XIII. 

Mi estancia en los cursos de verano tenía una doble función: aprender y participar. Cuando los conferenciantes, catedráticos del máximo prestigio, organizan, dirigen e imparten sus clases magistrales, siempre se aprende y siempre se aprovecha de sus investigaciones científicas, que a uno no le es permitido acceder porque su profesión lo deriva por otros derroteros; cuando, además, los profesores están imbuidos por la honestidad, el prestigio y la enorme figura histórica del ilustre personaje illuecano y aragonés, entras en directa comunión con el espíritu que les ha llevado a entender, admirar, defender y reivindicar la personalidad, el recto proceder en su difícil tarea, su mecenazgo de universidades, monumentos y arte en general; la injusticia con la que se le trató, las ilegítimas condenas que le impusieron y el abandono de sus días finales en Peñíscola. Si la estancia donde se impartió el curso estaba bien dotada de medios audiovisuales, hubiera preferido una mayor asistencia de universitarios o de personas atraídas por el contenido de ese curso; pero me dolió, porque afecta a mi pueblo, que no se hubiese llenado de illuecanos, adolescentes, jóvenes y mayores, porque somos nosotros los que hemos de difundir, defender y reivindicar la figura de Benedicto XIII desde la base de nuestro sentimiento y cariño al más ilustre paisano. La escuela debe ser el primer paso, porque nuestros niños de hoy serán los altavoces de mañana.

José Javier Forcén Ruiz. ZARAGOZA

Revisar lo que nos cuentan

En los debates televisados, hay líderes políticos que no tienen escrúpulos en introducir mentiras flagrantes, decir cosas que no han sucedido y acusar al contrario de perversiones falsas. La 1 de TVE tiene un sistema de verificación a posteriori que ya nadie o casi nadie revisa. Está bien, pero es insuficiente. En mi opinión, como en los partidos de tenis, habría que revisar ‘las jugadas’ instantáneamente a petición de uno de los participantes. Cada uno tendría tres posibilidades de verificar, que se irían gastando si la petición fracasaba, pero a quien le pillasen en tres mentiras se quedaría fuera del debate y tendría que abandonar el plató. Es posible que se prolongase un poco el debate, pero eso es mejor que construir nuestra opinión sobre cimientos falsos. Porque no es posible que las mentiras puedan elevar a la presidencia de un país a un embustero.

José María Martínez Marco. ZARAGOZA

El rey olvidado

Como lector habitual de ‘El Semanal’ me he visto desagradablemente sorprendido por el artículo de Arturo Pérez Reverte titulado ‘Una historia de Europa (LV)’, ya que, al abordar el surgimiento de España como la primera nación europea de la mano de los Reyes Católicos, se da todo el protagonismo a Isabel la Católica (sin duda merecedora de todos los elogios) ninguneando a Fernando II de Aragón ‘el Católico’ como mero apéndice del matrimonio, cuando por sí solo era asimismo una figura excepcional. El mismo Maquiavelo lo toma como modelo de gobernante en ‘El príncipe’, donde afirma: "Si consideramos sus acciones las encontraremos todas sumamente grandes, y algunas extraordinarias". Por algo lo diría. El autor del artículo, tan digno de mi admiración por otra parte, incurre, incluso, en errores de bulto, como cuando atribuye a Isabel "la anexión de Navarra" o "la agresiva política mediterránea e italiana". El primer episodio tuvo lugar en 1512, cuando la Reina Católica ya había fallecido, mientras que, en el segundo, el mérito le corresponde a Fernando como titular de la Corona de Aragón, un imperio marítimo. Y tampoco estuvo de mero oyente en el descubrimiento de América, como, afirma Pérez Reverte. Sin duda desconoce, porque no se ha documentado lo suficiente, la existencia de Luis de Santángel, un judeoconverso y hombre de confianza del rey que fue determinante en la financiación de la empresa. Con ello no quiero quitar méritos a la reina Isabel, simplemente quiero decir que ambos formaban un tándem insuperable. Todo esto lo digo no sólo como aragonés, sino también como español. Lo que pasa es que el brillo de la reina Isabel ha oscurecido, injustamente, la figura de Fernando el Católico y creo que ya es hora de recuperar el lugar que se merece. Y constato una vez más, sin caer en el victimismo, que Aragón vuelve a ser relegado en el conjunto de España. Esta vez desde el punto de vista histórico.

Francisco Javier Motis Dolader. ZARAGOZA

Supermemoria

He leído el artículo sobre superancianos con buena memoria (HERALDO.es) y le comunico lo siguiente: Estoy en la flor de la vida, tengo 83 años, felizmente jubilada, y mi única obligación es disfrutar de todo lo bueno que tiene la vida. Soy muy activa y tengo una memoria (modestia aparte) muy buena. Mi primer recuerdo es a los tres años cuando nació mi hermano. Recuerdo fechas de cumpleaños, fechas de vencimiento de seguros, números del DNI, claves y tarjetas de banco, números de teléfono y hasta el número de la Seguridad Social, todos los puedo decir sin ningún esfuerzo. Como verá, la vida es bella a cualquier edad.

M.ª África Pueyo Barluenga. ZARAGOZA

Angustia electoral

Angustia me entra cada vez que hay elecciones, y no por los políticos, que todos sabemos que son capaces de engañar a su madre por asegurarse un puesto que les reporte unos sueldos que serían incapaces de conseguir de otra manera. La angustia me entra de ver cómo somos las personas, capaces de justificar lo injustificable, porque son de los nuestros, y de llegar a la violencia verbal o incluso física por no ser de los nuestros. Hemos llegado a un extremo en el que ya no nos importa ni la democracia, o estás conmigo o contra mí, sin importarnos si el contrario puede tener razón, sencillamente porque la opinión del contrario ni la escuchamos. ¡Y cuánta mala baba destilan las redes sociales! Claro que después de escuchar a algún político no me extraña. Ni en mis tiempos de estudiante, cuando nos hacían cantar el ‘Cara al sol’, nos veíamos tan adoctrinados. Sería porque después de arriar banderas nos íbamos a correr delante de los grises, cuando eso tenía su morbo, no como ahora, y se nos olvidaba.

Mariano Martínez Beltrán. GALLUR (ZARAGOZA)

Las cartas al director no deben exceder de 20 líneas (1.500 caracteres) y han de incluir la identificación completa del autor (nombre, apellidos, DNI, dirección y teléfono). HERALDO se reserva el derecho de extractarlas y publicarlas debidamente firmadas.

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