El último gran acto de la campaña electoral para la cita con las urnas del próximo domingo ha sido el debate de anoche con los cabezas de cartel de los principales partidos, exceptuando a Alberto Núñez Feijóo (PP) que declinó la invitación porque consideraba que el formato está incompleto al no haber sido invitados los líderes de ERC, Junts y Bildu. El cara a cara en el plató de la televisión pública entre Pedro Sánchez (PSOE), Santiago Abascal (Vox) y Yolanda Díaz (Sumar) fue un intercambio de propuestas enriquecedor y respetuoso. El presidente del Gobierno y la vicepresidenta construyeron una pinza sobre Vox, aunque Abascal supo poner sobre la mesa los principales puntos débiles del Ejecutivo, desde los pactos con Bildu y los independentistas, hasta la ley del ‘solo sí es sí’ y la ‘ley Trans’. El diálogo escenificó con claridad los dos modelos de país que han articulado las fuerzas políticas.

Sánchez aprendió las lecciones de su mala intervención en el cara a cara con Feijóo y anoche mostró un tono más presidencial. Sustentó su estrategia en denunciar la radicalidad de un posible pacto PP-Vox e insistió en la idea de que Feijóo, el ausente presente, estaba representado por Abascal. Díaz intentó en tres ocasiones marcar distancias con Sánchez (pensiones, vivienda y ley de extranjería), pero no lo logró. Abascal, por su parte, defendió el argumentario clásico de su ideología.

No es un debate que previsiblemente vaya a mover muchos votos y si hay algún trasvase será entre los dos socios del Gobierno. Los miembros de la coalición hicieron tándem para alimentar la tesis de que el líder del PP se aleja de la centralidad al vincularlo con la formación de Abascal. En todo caso, varios millones de españoles pudieron disfrutar del sano hábito democrático del intercambio de ideas y programas.