Responsable de redacción en heraldo.es

Un día para no olvidar

El derecho al voto es una conquista.
Depositando el voto en una urna.
José Miguel Marco

Lo recuerda cada vez que escucha a alguien quejarse de que tiene que ser miembro de una mesa electoral. Aquel 15 de junio, su padre se puso el traje de las grandes ocasiones. Pocas veces se enfundaba con sus mejores galas porque el trabajo en el campo, entre la tierra y el ganado, no daba tregua, ni siquiera los domingos.

Aquel día parecía más alto y más guapo, sus ojos verdes brillaban especialmente en esa mañana primaveral de 1977. Había desaparecido de su rostro la seriedad que le conferían las preocupaciones cotidianas y en su lugar esbozaba una amplia sonrisa. Se le notaba feliz de poder ser testigo directo de la primera fiesta de la democracia que se celebraba después de cuatro décadas de oscuridad. Y lo hacía desde un lugar que consideraba privilegiado: le había tocado ser presidente de mesa.

Regresó a casa de madrugada, pero el cansancio de la larga jornada electoral, a la que siguió el recuento de votos, no había hecho mella en su buen humor. Al día siguiente, bromeó con su mujer sobre el dinero, apenas unas cuantas pesetas, que le habían dado por participar en el buen desarrollo de las elecciones: "Nunca me habían pagado por hacer algo tan a gusto", rio.

Su hija contemplaba la escena pensativa. "Papá, ¿por qué estás tan contento?", preguntó la niña con curiosidad. "Porque, después de mucho tiempo, hemos podido elegir libremente a quienes nos representarán los próximos cuatro años -le respondió su padre-. Por fin tienes por delante un futuro para vivir en libertad. Cuídalo y, sobre todo, procura no olvidar nunca este día".

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