Subdirector de HERALDO DE ARAGÓN

Correos echa humo

Información sobre el voto por correo en una oficina postal.
Información sobre el voto por correo en una oficina postal.
Raquel Manzanares / Efe

Quizá tendría que reflexionar Pedro Sánchez si el problema en realidad no subyace en los pactos con Bildu, los resultados insuficientes de las encuestas o su derrota ante Feijóo en el cara a cara televisado.

Tal vez el asunto reside en que el personal no quiere votar en bañador. No es un tema menor.

Correos echa humo en julio desbordado por más de 2,5 millones de ciudadanos que están de vacaciones y han optado por el voto por correo. Ni siquiera puede servir el falaz argumento esparcido en el aire de que solo se baña en el mar la derecha y ese voto se perderá en cualquier malecón de España.

El personal, en realidad, afea a Sánchez la táctica del voto caliente, el sufragio de la canícula, la democracia del termómetro. En España hay dos cosas sagradas, casi etnográficas: la siesta y el verano, pero el presidente decidió seccionar con un decreto la segunda, cuestión tan delicada que ha terminado por elevar a Correos como la empresa del mes. Obligó a los políticos a desplegar la campaña con los Miura corriendo el encierro de los Sanfermines, acción compleja y de gran valor, y él mismo, acaso sin quererlo, ha terminado por convertir en una realidad la propia hipérbole que se encarga de difundir con ironía en sus mítines: ‘O el sanchismo o la paella’.

Alertado ante una ola de sondeos adversa, incluido el de A+M para HERALDO que otorga la victoria al PP en Aragón, Pedro Sánchez corre el peligro de mirarse en el espejo de Tezanos, un hombre que por sí solo se ha bastado para desprestigiar un organismo con tradición y solera como el Centro de Investigaciones Sociológicas.

La última semana, todavía con un debate en liza al que no ha querido acudir Feijóo por cálculo electoral, podría resultar determinante, con más de un 16% de voto indeciso. Ante el abatimiento de la parroquia interna, el candidato socialista está tirando de hemeroteca para recordar a su electorado sus victorias contra pronóstico.

Más allá del resultado final, queda por resolver lo más importante, que trasciende al nombre e incluso a las siglas de la presidencia: el futuro de España jamás debe asumir un retroceso en los derechos sociales ni tampoco el chantaje de formaciones independentistas que terminan decidiendo las políticas nacionales. El porvenir de una nación no debe estar al albur de quienes quieren debilitarla, pero tampoco de quienes desean apropiarse de sus señas de identidad. Los españoles, en verdad, parece que claman desde hace demasiado tiempo por un entendimiento de sus principales partidos, más entregados a lo que les separa que a lo que les une, la Constitución de 1978. No hay manera de que lo asimilen. Y mucho menos que lo practiquen.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión