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  • Federico Contín

Cultura, ¿inversión o subvención?

El director coreano Bong Joon-ho posa con todo el elenco de 'Parásitos' y los cuatro Óscars conseguidos
El director coreano Bong Joon-ho posa con todo el elenco de 'Parásitos' y los cuatro Óscars conseguidos
YONHAP/EFE

En los años noventa, los políticos de Corea del Sur decidieron que la cultura, lejos de suponer un lastre al que subvencionar, podía convertirse en un motor económico. 

Tres décadas después, las exportaciones culturales coreanas han pasado de 200 a 15.000 millones de euros, y han generado un concepto nuevo que reporta mucho más rédito que el meramente económico al país asiático: ‘El poder blando’, la capacidad de influir en otros países para que te admiren por tus valores y ejemplo. El ‘K-pop’ se baila en medio mundo, series como ‘El Juego del calamar’ o películas como ‘Parásitos’ se colocan a la cabeza de las más vistas, y la moda y la gastronomía coreanas comienzan a invadir los escaparates de las principales calles comerciales de Occidente.

La cultura puede convertirse en un motor económico y en un medio de influencia

En España, la cultura siempre ha sido vista por los políticos como algo menor, moneda de cambio para rellenar en los pactos, o para ofrecer una imagen amable del ejecutivo, sin atreverse a afrontar nunca una política cultural que suponga un motor económico a la misma altura que la industria o el turismo.

En Aragón se hace cada día más necesaria una verdadera política cultural, que tenga objetivos claros de preservación, incentivación, difusión y rédito. Para poner en valor la cultura hay que trabajar en que su aportación al beneficio general sea visible, y el ciudadano pueda valorarlo a través de su disfrute directo, o las repercusiones indirectas que genere a la sociedad. Comunidades como Andalucía, Cataluña o el País Vasco ya han comenzado a elaborar estrategias culturales que les aportan beneficios a nivel económico y social, además de preservar y mejorar su identidad cultural.

Aragón tiene que trazar una verdadera política cultural con objetivos claros

Nadie pide que veamos a Joe Biden bailando con Miguel Ángel Berna en el Despacho Oval, como sí ha hecho con el grupo coreano de ‘K-pop’ BTS; pero si ni nuestras propias instituciones se esfuerzan por colocar en el lugar que se merece nuestra riqueza cultural, y no se trabaja para que nuestra cultura sea algo de lo que, además de enorgullecernos, podamos sacar valor, estaremos perdiendo uno de los principales motores económicos y sociales de nuestra tierra.

La cultura aragonesa merece mucho más que parches e ideas estrambóticas, como ha sido en los últimos años; merece una política cultural seria y definida, sin medias tintas. Como dijo el escritor británico Arthur Koestler, "dos medias verdades no hacen una verdad, y dos medias culturas no hacen una cultura".

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