Con-Ciencia
La ciencia no importa, no interesa. Si alguien tenía alguna duda, tras ver el ‘cara a cara’ debe haberlas despejado. Ingenuo no soy, pero en cien minutos de debate soñaba eróticamente con sesenta y nueve segundos donde se mimase a la Ciencia.
No esperaba que Sánchez dijera que en su mandato se creó un Ministerio de Ciencia y entonces Feijóo le recriminara que no era suficiente y le propusiera doblar el presupuesto, desligarlo de los ciclos políticos, establecer un pacto de Estado, promover la fidelización y captación del talento o apoyar a los sectores más innovadores. Una pandemia no ha sido suficiente para que en cien minutos de bronco, penoso y maleducado ‘debate’ se hiciera ni una mínima reflexión acerca de la investigación, de su necesidad y apoyo.
Los países ricos no investigan porque son ricos, son ricos porque investigan. El ejemplo del avance de China como potencia internacional empleando como motor la I+D+i es, cuando menos, esclarecedor. El gigante asiático ha pasado de estar por detrás de España a superar a Estados Unidos en campos como la inteligencia artificial o la materia condensada, cruciales en el reto digital y para satisfacer las necesidades de nuestra sociedad. En un mundo cada vez más interconectado las transformaciones socioeconómicas basadas en la ciencia y la tecnología avanzan tan rápidamente que pueden condenar a un país a ser subalterno de otros en caso de no encontrarse entre los líderes de alguna de las áreas estratégicas del conocimiento. ¡Concienciémonos!