Redactor de la sección de Cultura y columnista en HERALDO DE ARAGÓN

Tenis sobre hierba

España es lazarilla.
España es lazarilla.
H. A.

Más allá de lo inusual en cuanto a la fecha elegida y de teorías conspiranoicas sobre a quién favorece más la medida, las elecciones generales en plena temporada de tenis sobre hierba tienen su miga por otros motivos. España sigue siendo lazarilla, y no precisamente en su acepción canina y asistencial; en las últimas semanas hemos asistido a todo tipo de estrategias para esquivar la obligación de formar parte de una mesa electoral. Conozco gente que se ha ido de casa sin salir de la ciudad y que, en su calidad de autónomos sin oficina, no tienen lugar de trabajo en el que recibir la visita de los agentes policiales con la notificación. 

La gente se ha aferrado a todo tipo de bulos, como el que relacionaba en grácil pareado el voto por correo con el escaqueo; la picaresca máximas llegó en Mazagón (Huelva), donde se fundó al vapor un partido político para que los miembros de su ejecutiva pudieran eludir la obligación.Estamos hechos al vino, y morimos por él, como el zagal de Tormes. Por otro lado, que se hayan registrado el doble de inscritos en el mentado voto por correo lanza un mensaje positivo: no voy a estar en mi colegio electoral el 23, pero voto a favor de mi candidatura, ya sea porque me convence o por colaborar al dique frente a ‘los otros’. 

Ojo, estamos en democracia y la abstención (con la que no comulgo) también es una opción válida, aunque demonizada: la decisión de no votar, aunque horrorice a los líderes de los partidos que sistemáticamente piden el voto en la jornada de reflexión (ya no pueden hacer campaña directa) debería ser aceptada como una más. Y tomarla no tendría que deslegitimar al abstencionista como azote de las injusticias, pero eso sería en un país menos lazarillo, con menos vino.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión