Subdirector de HERALDO DE ARAGÓN

Sánchez versus Feijóo, todos contra todos

Pedro Sánchez saludando al líder del PP, Alberto Núñez Feijóo (d), en La Moncloa.
Pedro Sánchez saludando al líder del PP, Alberto Núñez Feijóo (d), en La Moncloa.
EFE/Sergio Pérez

Como si fuera la ‘Super Bowl’, el interés informativo del debate entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo está aumentando en la víspera de su puesta de largo. Los españoles se mueven bien en el terreno de la filia y de la fobia. Se inserta en lo más profundo de su ADN. Ha sucedido por sistema y en todos los órdenes: uno es del Madrid o del Barcelona casi por obligación -imposible que te guste el buen fútbol sin escudos- de los Rolling o de los Beatles, de Góngora o de Quevedo, rabiosamente de izquierda o de derecha, ultraliberal o comunista nacionalizador. En el fondo nos gustaría el centro pero nos ofende reconocerlo y acaso por ello se disparan como si fueran activos financieros Vox y Bildu.

En España no hay centro, pero es una supuesta aspiración de un país que no puede sacudirse su esencia: fracasaron Suárez, Garrigues, Roca y, últimamente, Ciudadanos. El PAR, sin embargo, seguimos sin saber qué es después de cuarenta años. Sería un sueño imposible que Sánchez y Feijóo reconocieran mañana ante millones de españoles que están de acuerdo porque, en el fondo, les une bastante más de lo que sus votantes creen: un modelo de Estado, una defensa de la Constitución y de los valores democráticos y una responsabilidad de gobierno alternada durante cuarenta años. Sería más que suficiente. Pero no sucederá. No entra en los parámetros de la normalidad que un partido de la trayectoria del PSOE blanquee a Bildu, esa formación que debería estar ilegalizada y en la que los etarras siguen incrustados, ni tampoco que el PP no afee con mayor determinación los dos grandes errores del proyecto de Vox: su desprecio por las autonomías y su negación de la violencia de género, un insulto para la sociedad y el sentido común. Sumar es otra cosa o, en verdad, tampoco no se sabe muy bien qué es. En realidad, entronca más con un proyecto personalista derivado del fiasco de Podemos, ese partido cuyo líder se compró una mansión nada más tocar poder para defender a los trabajadores desde la piscina. No, no habrá acuerdo porque España no es de acuerdos. Sánchez le espetará a Feijóo que se abraza a la ultraderecha y el líder del PP le recordará que es más feroz con él que con Bildu y ERC. Uno sacará la gráfica descendente de la inflación mientras tapa el pico de la subyacente mientras el otro le señalará por haber colocado a España en el último país de la OCDE en recuperar los niveles económicos de la prepandemia. Todo es verdad y todo precisa de sus matices, pero el medio es el mensaje y el país y su naturaleza están para atacarse antes que para pactar. Las encuestas otorgan a PP y PSOE, en conjunto, casi el 70% de escaños, pero eso solo es estadística. Aquí se trata de escenificar las diferencias y manejarse entre hipérboles. Acaso por ello los extranjeros hacen cola en el Prado. En lugar de ver debates previsibles, van directamente al grano y se sorprenden con Goya. Ahí lo tienen todo.

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