Aderezada por la resaca aún no superada de las autonómicas irrumpe la campaña de las generales, apenas condicionada y hasta distante de la pérdida de la inmunidad europarlamentaria de Carles Puigdemont, la insistencia por parte de Bruselas en la renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) o el fin de la obligatoriedad del uso de las mascarillas. 

Ingredientes todos que en el pasado habrían resultado claves en la interpretación del voto y que ahora solo completan una pequeña parte de un relato informativo de unos comicios de naturaleza plebiscitaria.

En estas elecciones destaca la condición emocional con la que se juzga a Pedro Sánchez por encima de las siglas del PSOE. El ‘sanchismo’, interpretado como el deterioro de una acción de gobierno, se ha convertido en el reclamo, tanto para sus detractores como para sus defensores, de una convocatoria que ya ha activado más de dos millones de votos por correo. La elevada acogida de esta modalidad de sufragio, que sigue creciendo, respondería a una movilización de una parte de los ciudadanos que, ajenos a los posibles efectos de una campaña que se prevé televisiva y escasamente mitinera, habrían ejercido su derecho al voto bajo una interpretación similar a la del 28-M.

El análisis electoral también se topa con los dos grandes bloques en los que se ha dividido la política nacional. El sumatorio de formaciones a izquierda y derecha explican un bipartidismo de nuevo cuño donde los partidos que sirven de apoyo a PSOE y PP, Sumar y Vox, respectivamente, desempeñan un papel crucial. A tenor de las encuestas, ni socialistas ni populares alcanzarán por sí solos la mayoría absoluta, por lo que el partido que logre el tercer puesto cobrará una especial importancia. Vox o Sumar, Sumar o Vox juegan en el delicado terreno de la ley D’Hondt, donde el reparto de escaños se convierte en un verdadero quebradero de cabeza en las circunscripciones pequeñas. En Aragón, sin ir más lejos, la provincia de Zaragoza (con la cuarta ciudad española en número de habitantes) decide solo siete diputados, reduciéndose este número a tres en las provincias de Huesca y Teruel. De las 52 circunscripciones, 45 (220 escaños) reparten menos de diez diputados, por lo que, sin lugar a dudas, se volverá a registrar una importante pérdida de voto que no logrará convertirse en escaño. En consecuencia, durante esta campaña veremos un sobreesfuerzo de Vox y Sumar en algunas provincias por convertirse en la tercera fuerza política.

Queda por conocer, igualmente, hasta dónde alcanza la movilización de los electores. La incógnita se centra en el papel que asumirán los votantes de la izquierda y hasta dónde llegará su reactivación como respuesta a los pactos entre PP y Vox. Los socialistas, que hablan de la campaña como una oportunidad para la remontada, asumen que estos días serán decisivos. En el bloque de la izquierda despierta una fuerte incógnita Sumar y la respuesta que el votante dará a un proyecto que ha borrado toda referencia a Podemos para centrarse en el significado que se le pretende dar a la figura de Yolanda Díaz.

En el bloque de las derechas, la duda para Vox se ciñe en los efectos que tendrá la llamada al voto útil del PP. Desde la moderación, y sin definir en qué consiste la geometría variable sobre la que cimienta los pactos con Abascal, Núñez Feijóo ha diseñado una campaña en la que su argumento de mayor fuerza es el final del ‘sanchismo’.

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