Por
  • Isabel Nerín

Titan-Titánico

El cuerpo de un niño varado en la orilla de la costa de la isla griega de Lesbos el 1 de noviembre de 2015
El cuerpo de un niño varado en la orilla de la costa de la isla griega de Lesbos el 1 de noviembre de 2015
AFP

En las noticias de los últimos días han coincidido los dos términos: Titan como sustantivo, titánico como adjetivo. Eran las crónicas de dos sucesos ocurridos en el mar durante la tercera semana del pasado mes de junio. En ambos relatos coincidían algunos ingredientes: varios países implicados, dinero y vidas humanas. 

Pero la realidad de los dos sucesos era muy diferente, así como la atención prestada por los medios de comunicación. Durante varios días el mundo estuvo pendiente del Titan, el sumergible cuyo pasaje costaba 250.000 dólares, además del consentimiento firmado sobre el riesgo de perder la vida y cuyo final se fecha el 18 de junio con el fallecimiento de sus cinco pasajeros. Menos atención mediática tuvo la calificada por la Unión Europea como la peor tragedia migratoria de la ruta del Mediterráneo; el hundimiento del pesquero Adriana frente a la costa griega ocurría cinco días antes, el 13 de junio, y para la que solo hay estimaciones: unas 750 personas que habrían pagado unos miles de euros y cuyo viaje titánico finalizaba con 104 rescatados y más de 600 muertos. Según la Organización Internacional para las Migraciones de Naciones Unidas, desde 2013 han muerto más de 26.000 personas en el Mediterráneo. Desconozco la solución, sin duda compleja, pero quizás es adecuado citar a Tzvetan Todorov (1939-2017, Premio Príncipe 2008). "Para que la barbarie prospere hace falta que la gran mayoría permanezca indiferente y eso es algo de lo que todos somos muy capaces".

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión