Melbourne y la Voz

Melbourne y la Voz
Melbourne y la Voz
Beatrixia

La distancia entre Aragón, nuestro país, y el estado de Victoria en el sureste de Australia es de unos 17.000 km. Está al otro lado del planeta. Casi en las antípodas. El viaje no baja de las veinte horas de vuelo. Según sean las escalas, puede convertirse en una prueba de resistencia e incluso provocar el ‘síndrome de la clase turista’. 

O sea que, si no se mueven las piernas y se ralentiza la circulación sanguínea, aumenta la probabilidad de sufrir trombosis venosa. Este es uno de los efectos posibles de estos viajes de larga duración en asientos encastrados como sardinas en distintos tipos de aviones. Una vez que se aterriza y se cambia de continente, la siguiente prueba es adaptar el reloj personal al horario local. En este caso, las ocho horas de diferencia llevan su tiempo hasta que se ‘metabolizan’. Cada quien tiene su ritmo, pocos se libran de ese efecto.

La capital del estado es Melbourne. En la propaganda oficial, se presenta como la ciudad del mundo con mejor calidad de vida. Es la segunda más poblada de Australia. Ha superado los cinco millones de habitantes. Está situada en las orillas de la desembocadura del río Yarra, extendiéndose en la bahía Port Phillip. Ahora, en el invierno austral, las temperaturas bajan, pero no son extremas, mientras se alternan las nubes, la lluvia y el sol de manera impredecible. La estructura urbana junto con una densa red de tranvías, trenes y buses facilita la movilidad. El centro combina edificios de distintas alturas una cuadrícula que se multiplica en toda su extensión alternando grandes avenidas pensadas para un tráfico que tiene sus momentos espesos. Han optado por construir gigantescos rascacielos que van remodelando el entorno. Los viejos edificios de tres plantas y poco más siguen siendo sustituidos por enormes moles que están acompañadas de unas grúas que rozan el cielo. De hecho, la línea del horizonte de la ciudad —el skyline— se parece al de las grandes urbes como Toronto, Seúl, Nueva York, etc. Se percibe que es una ciudad con una intensa vitalidad económica y social.

Los gobernantes de Australia están organizando un histórico referéndum
constitucional sobre los derechos de los pueblos indígenas y la figura
de un representante que dé ‘voz’ a esta población en el Parlamento

Y esto acompañado de un crisol de gentes donde se alternan todo tipo de vestimentas, de formas y de opciones. Quizá sea mucho decir que se percibe una cierta complacencia y gusto de quienes aquí habitan. Aunque también se ven en algunos rincones personas durmiendo en la calle y hasta un grupo de voluntarios de San Vicente Paul repartiendo alimentos y ropas en una esquina al lado de la estación de Flinders. No muy lejos de la catedral anglicana de San Pablo construida en 1880 de estilo neogótico. Y a una distancia similar del museo de la Inmigración donde cuentan de manera didáctica la historia de esa parte del mundo que ahora parece procesar con mala conciencia su proceso colonizador.

La propia universidad de Melbourne, primera de Australia, número 32 del ranking de Shanghai, (Zaragoza, 501) la más grande del estado, con cerca de 55.000 estudiantes, participa de ese ‘espíritu’. De hecho, en su web dicen: "Reconocemos y respetamos a los propietarios tradicionales de las tierras en las que están situados nuestros campus". Y esto se ha de situar en un proceso social político bien interesante. En marzo de este año el primer ministro Anthony Albanese anunció el referéndum para la modificación de la Constitución. Lo que llaman "el reconocimiento de los pueblos aborígenes e isleños del Estrecho de Torres por medio de una Voz". El referéndum está explicado en 36 idiomas, incluido el español. Y la pregunta es para contestar sí o no a: "Una propuesta de ley: alterar la Constitución para reconocer a los primeros pueblos de Australia mediante el establecimiento de una Voz de los pueblos aborígenes e isleños del Estrecho de Torres. ¿Aprueba usted la enmienda propuesta?". Como explican en el procedimiento, el resultado se decide mediante un sistema de doble mayoría. Es decir, "la aprobación del referéndum requiere que una mayoría de los votantes de todo el país voten ‘yes’ (sí), además de la mayoría de los votantes en cuatro de los seis estados". Las dos respuestas tienen sus detractores y partidarios. Habrá que ver cómo termina el proceso y las consecuencias posteriores. El genocidio del colonialismo británico no lo pueden cambiar. Quizá ahora consigan un futuro mejor. 

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos en HERALDO por Chaime Marcuello)

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