Otra vez el verano (una página de mi diario)

Otra vez el verano (una página de mi diario)
Otra vez el verano (una página de mi diario)
Pixabay

Puntual. Astronómico. Cada 21 de junio llega otra vez el verano, cumpliendo rigurosamente su programado ciclo astral. Esos días dorados y cálidos de auroras de dedos rosados y atardeceres infinitos que acompañan su venida son uno de los mejores espectáculos que podemos contemplar cada año. 

De verdad que la primavera es hermosa y era difícil de superar, pero entonces, como dice el periodista Al Bernstein, Dios creó junio…

La llegada del verano, que se verificó el pasado miércoles, me ofrece una reflexión sobre el tiempo, como ocurre otras veces con acontecimientos que se suceden a lo largo de los años. Sobre el tiempo pasado; sobre el tiempo por venir.

El verano es la estación luminosa por excelencia. En estos meses no debería haber lugar para la tristeza ni para las sombras

Recuerdo otros veranos, al borde del mar unos, entre resecos pinares otros, en la lejanía adolescente, en los primeros viajes, en la audacia de juveniles aventuras, en tantas emociones vividas; y cuando el verano llegaba a su fin, siempre me consolaba con el saludo propio de esos días finales, de despedidas, de promesas, de nuevas amistades, de horizontes de esperanza: "Hasta el verano que viene", solíamos decir.

Y me alegra inaugurar otro verano que acaba de llegar, presto a agotar sus calores, y pienso en el que podría no ver ya del año siguiente. Ese tiempo incierto por venir que podría estar cerrando la lista de mis veranos vividos. Porque pasan y pesan los años y la vista se nubla cuando miras hacia adelante en ese largo túnel que es la vida.

Ciertamente, el cambio de estación es un signo del inexorable transcurso del tiempo; como lo son también los días en que cumples años o aquellos en los que conmemoras, triste o alegre, algunos aniversarios. Sabes que el tiempo no se detiene y no sabes de cuánto dispones y vives como si fuera inagotable y nunca fuera a terminar.

Cuando viene un nuevo verano, como alegre aviso primaveral, las flores de las macetas de mi terraza eclosionan y me dan una fiesta de colores. Luego se agostan, bajo el implacable sol del mediodía; pero sabes que ahí queda la promesa de que de nuevo la vida brotará en la primavera cuando la savia hierva de nuevos impulsos vitales. Volverán también las flores, como casi todo vuelve. Las rosas, las buganvillas, las margaritas, los calistemon… Y tú esperas verlas de nuevo cuando haya transcurrido otro año. Eso esperas.

Aunque la nostalgia y la conciencia del paso implacable del tiempo nos asalten, siempre triunfará la luz del sol

Y tienes un ataque de melancolía. Por pensar en tus últimos veranos, olvidando ese ‘carpe diem’ que te enseñaron para disfrutar de cada instante de tu vida. No hay lugar para la tristeza en los veranos. Ni para la oscuridad, ni para las sombras. Y si te asaltan negros presagios, recuerda lo que dijo la escritora y activista estadounidense sordociega Hellen Keller, en acertado pensamiento para el tiempo de verano: "Si te asalta la negrura, pon tu rostro hacia el sol y nunca verás las sombras".

Estamos comenzando un nuevo verano. Disfrútalo y piensa que tienes aún unos cuantos por delante.

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos en HERALDO por José Luis de Arce)

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