Por
  • M.ª Pilar Benítez Marco

Santa Orosia

Segunda rogativa a Santa Orosia, en Yebra de Basa (Huesca), en 2005
Segunda rogativa a Santa Orosia, en Yebra de Basa (Huesca).
S. Campo

Santa Orosia fue llegando a mi vida poco a poco. Primero, lo hizo en forma de un relato oral y emotivo, que de niña escuché en el seno de mi familia a los que habían ido a la romería de la santa en Yebra de Basa el 25 de junio. 

En mi época de estudios universitarios, se acercó a través de lecturas especializadas, como ‘Las romerías de Santa Orosia’, de Enrique Satué, o literarias, como ‘Los espirituados’, de Carmen de Burgos, siempre sugerentes, siempre inspiradoras. Desde aquella etapa, mi dedicación a la filología aragonesa me ha llevado a reencontrarme con su estela en los villancicos barrocos que se cantaban en aragonés y en su honor, o en las pastoradas que aún se representan en dicha lengua con el mismo fin.

Animada por un buen orosiano, Óscar Latas, pude, por fin, vivir la experiencia personal de formar parte de la romería que lleva la reliquia de la Cabeza desde Yebra hasta la ermita del Puerto de Santa Orosia. Entonces entendí la fascinación emocionada y sentida de los que recorren el camino junto a la santa, los romeros, la música, los danzantes, el cansancio físico, el paisaje inmenso… Transitar por esa senda es, de algún modo, pasar desde el yo más profundo y ancestral hasta el encuentro identitario y afectivo con la comunidad a la que se pertenece.

Los días 24 y 25 de junio van llegando a nuestras vidas poco a poco. Con ellos, se aproxima la oportunidad de presenciar un Bien de Interés Cultural Inmaterial: las romerías, ritos y tradiciones en torno a Santa Orosia.  

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