Conocimiento desestructurado

Desestructuración adajlasd
Conocimiento desestructurado
Heraldo

Mi amigo ‘Pepito Grillo’, así prefiere que lo cite, está preocupado por el futuro de la universidad española, en general, y por el de la de Zaragoza, en particular. Piensa que los cambios estructurales son muchos. No sólo por la LOSU, la Ley Orgánica 2/2023 del Sistema Universitario. También por las políticas que vienen de Europa

Se están inyectando modificaciones de fondo en el sistema de educación superior de la Unión que, por eso mismo, afectan a España. El asunto de las microcredenciales es uno de ellos. En ese tema dice que no le interesa el aspecto práctico que la UE quiere imprimir a la ‘microcredencial’ como instrumento. No le interesa ese detalle ‘micro’ en documentos que acreditan a alguien para desempeñar una determinada micro-función. Y apunta con ironía la correspondencia entre micro-credencial y micro-función.

No, eso no le interesa ni le preocupa. Él incluso dice que es "una solución interesante buscando la integración europea, el reconocimiento mutuo de competencias, la necesaria y siempre perseguida estandarización, la eficacia, el incremento de productividad en nuestros sistemas sociales, económicos e industriales, el reciclado rápido de personas, la adaptación a los tiempos…". Además, destaca que el marketing que se hace de las microcredenciales, aquí y ahora, es imbatible. Pero, desde su perspectiva, lo preocupante está en otra dimensión. Señala dos puntos.

La política de la Unión Europea de convalidación de microcredenciales puede llevar aparejado un intento de controlar el proceso de formación y aprendizaje y de
someterlo a criterios de mercado y a los dictados del poder político

En primer lugar, estamos asistiendo a la creación de una ‘neo-lengua’. Sirva de ejemplo, ‘microcredencial’. Es un palabro nuevo. Si se pone en circulación y se utiliza, será porque debe ser necesario para albergar un nuevo concepto. Sin embargo, sospecha y cree que "más bien busca ocultar una destrucción de un sector –el de la enseñanza/aprendizaje– para someterlo a otros poderes que tratan de controlar la sociedad para su propio beneficio o mantenimiento". Mi amigo, dado por naturaleza a la duda, considera que, bajo capa de bien social, "este neolenguaje dulcifica la introducción de una sociedad determinista y determinada en la que todo está causalmente concebido". Así, considera que ante una necesidad, existe un elixir, una microcredencial que rápidamente cubrirá la necesidad. De esta forma, el objetivo de esta neolengua es reducir el alcance del pensamiento e incluso del conocimiento. Poco a poco, habrá menos palabras y el rango de conciencia será cada vez más pequeño. Esa "revolución sometedora" se habrá completado cuando el lenguaje sea perfecto. Ambos coincidimos que volvemos a tiempos orwellianos, incluso hemos ido más allá. Como dice, "hoy, más que nunca, el lenguaje es un arma de coerción".

En segundo lugar, se están asentando políticas dispares donde el leitmotiv es que "la enseñanza/aprendizaje sin control es una amenaza para los poderes establecidos, sean económicos, sociales…". Le preocupa que la acción política esté orientada a la sumisión mediante la supuesta ‘educación’ y obtención de títulos. A los dos nos preocupa que la ciudadanía deba confiar en directivas que interfieren, controlan y definen contenidos de una formación en pos de un supuesto bienestar individual y social para defenderse de un enemigo ficticio: mercados, competidores, Putin, tecnologías, piratas, pandemias... Y más cuando se argumenta que esto traerá seguridad y estabilidad. Esa lógica y quienes así arguyen son peligrosos. Usurpan la posibilidad de que la ciudadanía construya su propio criterio ante los problemas, que piense y actúe con autonomía y responsabilidad generando consensos en ‘pos’ de un bien común compartido debatiendo entre quienes quieran participar.

Por el camino que vamos cada quien solo vale lo que sus certificados valen. O sea, nada. "La persona desaparece y sólo el certificado existe. Si no tienes certificado ya puedes decir misa, incluso gregoriana. El mercado o no sé qué poderes fácticos no son los que deben decidir cómo se forma, qué píldoras de formación se suministran. Esa labor de crear una sociedad determinista y determinada, homogénea y estandarizada, es la mejor manera de crear una sociedad de esclavos que depende de los alimentos para la mente que sus amos quieran darles" (sic). Quizá toca apostar por el conocimiento desestructurado no finalista.

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos en HERALDO por Chaime Marcuello)

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