Por
  • Jonas Holst

Una reflexión sobre la felicidad

Una reflexión sobre la felicidad
Una reflexión sobre la felicidad
Heraldo

Hoy es el día que algunos han denominado el día más feliz del año. También tiene una denominación en inglés, como casi todo lo que tiene que sonar guay hoy día: ‘yellow day’. Supuestamente por ser el día con más luz y una abundancia de alegría, dado que las vacaciones de verano, tan deseadas por la mayoría de la gente, están a la vuelta de la esquina. 

Es la época donde muchos disponen de más tiempo para disfrutar de la vida, para irse de viaje o para llegar a realizar lo que no han podido el resto del año.

No obstante, y sin intención de estropear la fiesta, me pregunto si nos hacemos un flaco favor declarando que hoy es el día más feliz del año. ¿Qué pasa con el resto del año? Al fechar la felicidad, da la impresión de que lleguemos hoy a un punto de máxima plenitud, y, a partir de aquí, irá poco a poco a peor. Aunque tenemos toda la temporada veraniega por delante, empezaría hoy la cuenta atrás para, dentro de medio año, llegar a la época de más insatisfacción. De hecho, el ‘yellow day’ surgió como iniciativa, a principios de los años 2000, en oposición al ‘blue day’, el 20 de enero, que es considerado por algunos el día menos feliz del año.

Si nos entregamos a esta forma de pensar, me temo que asentamos las bases para una sociedad todavía más desequilibrada emocionalmente de la que ya tenemos: acabaremos fluctuando a lo largo del año entre un pico alto de felicidad y uno o varios bajones. A gran subida, gran bajada. Posiblemente es el propio término ‘felicidad’ lo que nos lleve a esto, puesto que nos incita y nos seduce con su promesa de llegar al culmen de la vida buena. Asimismo, vivimos en una sociedad plagada de mensajes fantásticos de encontrar la felicidad en cualquier cosa, sea un coche nuevo, unas vacaciones paradisíacas o un elixir de eterna juventud.

Lo que ocurre es que la felicidad, independientemente de cómo la definamos, seguirá siendo una vivencia pasajera que puede condensarse en un estado emocional y mental, pero sólo por un tiempo y de forma bastante imprevisible. Su llegada es inesperada y no se puede prever, ya que se trata de estar abierto y entregarse a la felicidad, pero tengamos cuidado de no poner el listón demasiado alto y entregar nuestro corazón y alma a algo que dura poco tiempo y genera ilusiones por encima de lo que se puede cumplir.

En vez de aspirar a ser felices, podríamos adecuar nuestras vidas
a estar bien cada día, sea el 20 de junio o el 20 de enero

No pretendo quitar a nadie sus momentos de felicidad o las ilusiones que permiten ensoñar. Seguirán brillando e inspirando por momentos, pero la vida es larga y polifacética, y, por qué no admitirlo, llena de roces, conflictos, crisis y guerras contra las cuales la felicidad no aportará ninguna solución. Millones de personas en el mundo experimentarán hoy, en este día aparentemente feliz, momentos verdaderamente desafortunados y desagradables, a los que la felicidad no sólo no dará ninguna respuesta adecuada, sino que daría respuestas inapropiadas.

Viendo que la vida se nos presenta con todo tipo de circunstancias variopintas, de muchos colores, por así decirlo, ¿no sería más acertado responder, de forma diferenciada a lo largo del año, a cada situación acorde con lo que requiere, sin apostar todo por un estado emocional, un color, un día?

En vez de aspirar a ser felices, podríamos adecuar nuestras vidas a estar bien cada día, sea el 20 de junio o el 20 de enero. Nos permitiría mejorar en nuestro día a día e incluso estar bien dentro de lo malo si nos toca vivir algo negativo o una desgracia. La felicidad crea la ilusión de que todo es fenomenal y de que hemos alcanzado un estado exuberante e inmejorable, cuando en realidad quedan muchas cosas por mejorar, tanto dentro como fuera de nosotros.

Lo que ofrece el año con sus estaciones, quizá sobre todo el verano, no son días de un color determinado, sino más bien días en blanco al vislumbrar la primera luz de la mañana con todos los colores del espectro visible; el día nace nuevo, lleno de posibilidades, y todavía sin dar prioridad a ninguna. Está por ver lo que el día va a traer y de qué colores se va a impregnar con las opciones y decisiones que tomamos cada uno. ¿Con qué colores, letras y canciones vas a llenar tus días de verano?

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