Una ocasión de oro

Azcón y Nolasco, durante la reunión.
Azcón y Nolasco, durante la reunión.
José Miguel Marco

Yo creo que no hay que ponerse así, que no procede poner el grito en el cielo porque puedan forjarse ciertos pactos o acuerdos entre el Partido Popular y Vox, sobre todo por parte de quienes no han tenido empacho alguno en llegar a toda clase de acuerdos con otros partidos a los que se podría tachar de incómodos o de otras cosas, allá cada cual, pero que vienen formando parte con plena regularidad del arco parlamentario español, están debidamente inscritos en el registro de partidos políticos y cumplen los requisitos exigidos para ello, aunque, como es natural, sus programas políticos difieran de forma sustancial.

Comprendo la inquina que puede producir en la izquierda la posibilidad de perder el poder ante esas posibles alianzas, aunque no tanto ese vocerío condenatorio y excluyente que se está proclamando en apocalípticas soflamas impropias en un juego democrático: que consiste en ganar o perder el poder en función de lo que manden los ciudadanos en unas elecciones limpias y libres.

No hay que poner el grito en el cielo ante la posibilidad de unos pactos entre el PP y Vox que se deducen del voto de la ciudadanía

Pero creo que hay más. Es quizá ahora el momento de marcar diferencias en la forma de comportarse y hacer las cosas en política, rebajando los decibelios, recuperando las formas y elevando la altura de miras. Vox y el PP tienen ahora una ocasión de oro para demostrar que hay un modo distinto de negociar, de entenderse, de llegar a acuerdos, de pactar reformas, de respetar a los ciudadanos, de atemperar mensajes, de modificar criterios, de rectificar puntos de vista, de ceder, en resumen, en aras del entendimiento y el consenso, columnas básicas de los verdaderos regímenes democráticos. Hay que eliminar los miedos, mostrarse condescendientes, inspirarse y practicar los principios constitucionales, restablecer la vida institucional sin trampas, controles o imposiciones.

Todo eso se puede hacer también con tranquilidad, sin nervios, con educación y cortesía, con cesiones mutuas, con caballerosidad, sin necesidad de claques ni ‘laudatios’ constantes. Puede parecer difícil, pero ahí están unos resultados electorales que no se pueden desconocer y una voluntad esperable en los actores de evidenciar que los cambios son posibles sin que se hunda el mundo y sin traumas especiales. Sería, también, una muestra para conseguir la credibilidad y confianza que merecen los ciudadanos.

Esos dos partidos tienen la oportunidad de demostrar que se puede hacer política con un estilo más sereno

Vamos a ver cómo se desarrollan los diferentes escenarios en los que van a ser imprescindibles las negociaciones y pactos; vamos a ver comportamientos egoístas y exigentes o un nuevo estilo de hacer las cosas. Sabiendo también que todo esto va a tener su repercusión en las nuevas elecciones del 23 de julio, tras las que no es improbable que haya de repetirse este proceso de acuerdos a una escala superior. Lo de ahora va a ser un ensayo, aunque importante.

Por eso creo que estamos ante una ocasión de oro para normalizar y sosegar la vida política española. Espero que se sepa aprovechar.

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos en HERALDO por José Luis de Arce)

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