Cambios de ciclo y participación

Ambiente en un colegio electoral de Huesca durante las elecciones generales de abril de 2019.
Ambiente en un colegio electoral de Huesca durante las elecciones generales de abril de 2019.
Rafael Gobantes

Si como piensa -y desea- mucha gente estamos en el comienzo de un nuevo ciclo y Alberto Núñez Feijóo forma gobierno después del 23 de julio, ese será el sexto cambio en el signo político del ejecutivo español que se produce desde que se aprobó la Constitución. Hasta ahora llevamos cinco.

Empezamos la andadura constitucional en 1978 con un gobierno de la UCD, en 1982 cambiamos al PSOE, en 1996 pasamos a uno del PP, volvimos con los socialistas en 2004 y con los populares en 2011, para iniciar la actual etapa de Pedro Sánchez en 2018. Cinco giros políticos, con siete presidentes del gobierno, porque hubo dos de la UCD en una misma etapa. Que no son muchos en cuarenta y cinco años, sobre todo si pensamos que en Italia en el mismo periodo han tenido más de una veintena de primeros ministros y un sinfín de gobiernos. Nosotros estamos un poco más en la línea de Alemania, que solo ha tenido cuatro cancilleres en estos años. Lo que quizás indica que nuestro sistema, a pesar de todos sus defectos, genera bastante estabilidad.

Uno de esos cinco cambios en el signo del gobierno, el de 2018, se produjo como consecuencia de una moción de censura; los otros cuatro fueron el resultado de unas elecciones generales. Y de estos cuatro, tres coincidieron con los comicios en los que la participación de los ciudadanos españoles ha sido más elevada, por encima del 75%: 1982, 1996 y 2004.

En esta ocasión, sobre la afluencia a las urnas actúan dos potentes fuerzas contradictorias. Por un lado, la fecha veraniega de la convocatoria fomentaría la abstención. Por otro, la polarización política, el hartazgo de unos con el gobierno y el temor de otros a la llegada de la derecha invitan a una participación masiva. ¿Qué ocurrirá? Creo que la mayoría de los expertos demoscópicos piensan que el 23-J tendremos una participación muy alta, bastante por encima de la media. Y la propia irritación de mucha gente con la fecha elegida puede actuar como acicate: ¿me lo pones difícil?, pues te vas a enterar. Si eso abrirá o no paso al sexto cambio político, eso está por ver.

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