Toma de tierra
Al profe Perplejo le asombra la distancia entre los partidos políticos y la tierra firme. Acostumbrados a crecer hacia adentro, su piel se va haciendo cada vez más gruesa e impermeable, su vientre se hincha y, como el peso de las ideas suele ser directamente proporcional al número y diversidad de gente que las discute, tienden a flotar, a elevarse, a desafiar la gravedad y alejarse del plano.
Hasta que caen, no por su propio peso sino por el que han dejado de tener: paradoja. Estos partidos tienen una cosa en común: están sanísimos y en plena forma incluso en el instante en que mueren de inanición electoral. Otra: no necesitan escuchar a nadie ajeno a la estructura. Y otra más: tienen sus propios servicios médicos cuyo cometido es incrementar el tejido graso y aseverar que todo va muy bien, aunque el queso esté lleno de agujeros. Perplejo cree que deberíamos potenciar las plataformas ciudadanas que coagulan y argamasan la distancia entre los partidos y el suelo, que los fuerzan a tomar tierra. Y, si es posible, por ley. ¿Que esto sería potenciar ‘lobbies’? ¡Si ya los hay! Entidades sin (otra cosa que) ánimo de lucro ocupan hoy esos intersticios y provocan sin pudor los rayos que los partidos redirigen a la tierra, impactando en la vida de los terrestres. Deberían cuidar y valorar más las plataformas cívicas que los atan a la calle con hilo de realidad. Son su toma de tierra. Quien no la tiene, implosiona y se desintegra antes de llegar al suelo. Tome nota quien deba tomarla.