Por
  • Jorge Sanz Barajas

Toma de tierra

La tensión política, según 'The Economist', no se percibe en las calles españolas.
Toma de tierra
Asier Alcorta

Al profe Perplejo le asombra la distancia entre los partidos políticos y la tierra firme. Acostumbrados a crecer hacia adentro, su piel se va haciendo cada vez más gruesa e impermeable, su vientre se hincha y, como el peso de las ideas suele ser directamente proporcional al número y diversidad de gente que las discute, tienden a flotar, a elevarse, a desafiar la gravedad y alejarse del plano. 

Hasta que caen, no por su propio peso sino por el que han dejado de tener: paradoja. Estos partidos tienen una cosa en común: están sanísimos y en plena forma incluso en el instante en que mueren de inanición electoral. Otra: no necesitan escuchar a nadie ajeno a la estructura. Y otra más: tienen sus propios servicios médicos cuyo cometido es incrementar el tejido graso y aseverar que todo va muy bien, aunque el queso esté lleno de agujeros. Perplejo cree que deberíamos potenciar las plataformas ciudadanas que coagulan y argamasan la distancia entre los partidos y el suelo, que los fuerzan a tomar tierra. Y, si es posible, por ley. ¿Que esto sería potenciar ‘lobbies’? ¡Si ya los hay! Entidades sin (otra cosa que) ánimo de lucro ocupan hoy esos intersticios y provocan sin pudor los rayos que los partidos redirigen a la tierra, impactando en la vida de los terrestres. Deberían cuidar y valorar más las plataformas cívicas que los atan a la calle con hilo de realidad. Son su toma de tierra. Quien no la tiene, implosiona y se desintegra antes de llegar al suelo. Tome nota quien deba tomarla.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión