El Ebro, en el meandro de Ranillas.
El Ebro, en el meandro de Ranillas.
Oliver Duch

El Ebro baja vacío porque la lluvia se la ha bebido el oso (onso) y así la guarda para hibernar y cuando llegue la sequía siguiente, que ya ha llegado, tendrá la tripa llena. “Arremójate la tripa”, etc. La sequía llega antes que el futuro, así se lía el bucle. 

El Ebro baja mohíno y zaíno porque el agua se la ha chupado el suelo reseco y ahora abriremos fábricas de polvo saharianomaño, que bien apelmazado lo compran en China por cuatro perras y lo pagan a buen precio si demuestras que es tierra rara o polvo raro. Lo raro ya se sabe. Lo raro mola de icí a Lima. Mira Buñuel. Mira Javier Tomeo, el día 22 diez años sin él/con él. Le podían poner su nombre a un agujero negro aragonés. 

Pronto habrá elecciones otra vez y ganarán los que diga usted, en esto no hay error ni errata, a la hora de contar salen las cuentas. Aquí no hay fallo ni error, lo que sale es y viceversa (lo que es, sale) pero aun faltan más días y pactos que longanizas así que pronto empezará el bombardeo de memes y hay suspense por ver qué nos han preparado para la shockearnos esta vez. El Ebro baja semiseco, bro. ¡Eh, bro! Có. Que las gotas llegan ardiendo al polvo y hacen espray de siluro o sirulo, el inventor del cachirulo o casi rulo (el casi rulo es el movimiento perpetuo en potencia). Volviendo a los negocios se podría considerar que el granizo son meteoritos de órbita baja, guardarlos en las neveros y revenderlos a China. Hala que con lo bien que va todo y las previsiones tan abundantes pronto necesitaremos otros mil millones para llegar a fin de mes. A escote, eh.

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos en HERALDO por Mariano Gistaín)

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