Supercomputadores y medicina
Con la denominación de ‘supercomputador’ nos referimos a dispositivos capaces de realizar "una cantidad de cálculos por unidad de tiempo muy superior a lo que puede alcanzar un computador estándar de propósito general", según explicó el profesor Mateo Valero en la Real Academia de Medicina de Zaragoza el pasado 15 de diciembre.
Así, en el Centro Nacional de Supercomputación que él dirige en Barcelona, se dispone del superordenador llamado Mare Nostrum 4 cuya potencia es de 13,9 petaflops, lo que significa que es capaz de realizar 13.900 billones de operaciones por segundo. Mayor aún es el rendimiento del siguiente, el Mare Nostrum 5, destinado a investigaciones médicas.
Invitados por el profesor Valero viajamos recientemente a Barcelona el presidente de la Academia, doctor Luis Miguel Tobajas, y miembros de diferentes especialidades para visitar el citado Centro, recoger nuevas informaciones y reflexionar sobre lo que estos supercomputadores pueden aportar para beneficio de nuestros pacientes.
Sobre las enfermedades del corazón se está trabajando con gemelos digitales. "Un gemelo digital es una representación virtual de algo real", explica el profesor Valero, y recuerda que el procedimiento ya ha sido utilizado en ingeniería para ofrecer diseños y valorar sus comportamientos antes de la fabricación de un determinado artefacto. Esta idea se ha trasladado al cuerpo humano y ya se dispone de corazón virtual o gemelo digital que puede utilizarse para ensayar tratamientos de diversas arritmias u otras alteraciones, según detalla un artículo firmado por Jean R. Bragard y otros autores en la ‘Revista Española de Cardiología’.
Otro de los proyectos relevantes es el del estudio de células tumorales y sus respuestas ante distintas condiciones y frente a diversos fármacos, lo que llevará a diseñar tratamientos más precisos y eficaces para las diversas clases de cáncer. De gran interés son los proyectos relacionados con la estructura tridimensional de las proteínas, su plegamiento, tema importante por la gran variedad de funciones que desempeñan las proteínas en nuestro organismo y porque de la forma en que se repliegan depende su función. De ahí se derivan pistas para descubrir tratamientos farmacológicos.
Resulta curioso ver todo este desarrollo tecnológico instalado en un edificio que fue en su día iglesia, ya hace tiempo no dedicada al culto. Allí han conservado sus bóvedas, sus muros, sus arquillos románicos, en fin, un conjunto que evoca arte, historia, humanismo, presencia de hombres y mujeres de otras épocas, como si quisiera recordarnos que toda la ciencia y tecnología allí alojada tienen sentido si son para la realización y el bien de las personas, de las que suceden a aquellas de otras épocas y que hoy y mañana seguirán haciendo la historia.
Merece la pena, por otra parte, escuchar las claras explicaciones del profesor Valero, líder europeo en estas materias, acogido con afecto en Barcelona, su lugar de trabajo, y requerido a menudo por las más importantes universidades y centros de investigación de Europa y América. Es un aragonés de los que transmiten siempre su aragonesismo, creando en su entorno un clima de confianza y noble acogida. No es raro que alguno de los grandes investigadores que, para resolver algún problema o dificultad, se acercan a él con afecto y admiración acabe con alguna pregunta como, "¿ha llovido por fin en Alfamén?" Ese es su pueblo, todos lo saben, allí la escuela lleva su nombre y todos saben también que él está pendiente siempre de sus gentes y de sus inquietudes. Figuras como él, en estrecha colaboración con su equipo, crean la ciencia humanizada, la ciencia al servicio de todas las personas, que es la ciencia que todos queremos.
