Redactor de HERALDO DE ARAGÓN en la sección de Deportes

Mirar y ser visto

Una imagen de la película 'El Show de Truman'.
Una imagen de la película 'El Show de Truman'.
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veinticinco años se cumplen del estreno mundial de ‘El show de Truman’, la película de Peter Weir que allá por 1998 removió conciencias y fue un terremoto para los medios de comunicación.

Aquel sismo –o acaso tembloroso miedo– duró más bien poco porque un año después se llegó a la televisión de Países Bajos ‘Big Brother’ y, desde entonces, la telerrealidad ha sido un torrente que no ha cesado.

Hasta entonces yo odiaba al histriónico Jim Carrey y es curioso que, después, este cambio de registro le facilitó ser protagonista de dos de mis películas preferidas: ‘Eternal Sunshine of the Spotless Mind' (fatalmente traducida como ‘Olvídate de mí’) y ‘Man on the moon’, basada en el excepcional Andy Kaufman.

Cuando se estrenó ‘El show de Truman’, yo cursaba estudios en una universidad católica y no fueron pocas las clases de epistemología o antropología (no recuerdo ya qué asignatura) en las que nos invitaron a reflexionar sobre la irrealidad y el clásico ‘hasta qué punto somos libres’. Estas disquisiciones se repetirían un año después con ‘Matrix’, con Neo y con su duda acerca de la pastilla roja o la azul. Supongo que en las siguientes décadas habrán sido muchos otros títulos los que hayan dado pie a plantearse cuestiones metafísicas como si nuestras vidas están preconducidas en cierta dirección o si tenemos capacidad real de elegir y abandonar, incluso, la disidencia controlada. Una buena película, incluso un cuarto de siglo después, no nos da la respuesta, pero es seguro que ‘La isla de las tentaciones’, tampoco.

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos en HERALDO por Christian Peribáñez)

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