Desafíos logísticos de las elecciones

La convocatoria a las urnas en pleno mes de julio va a someter el entramado logístico de las elecciones, que siempre ha funcionado admirablemente, a desafíos y tensiones que no se habían presentado en las ocasiones anteriores.
Tal vez la cosa acabe no siendo tan terrible como la pintan algunos o tal vez sea aún peor, pero habrá dificultades que superar. La Junta Electoral, de momento, ya ha tenido que incluir el tener viajes pagados con antelación entre los motivos de excusa para formar parte de las mesas electorales. Aunque ya veremos cómo se tramitan en la práctica las alegaciones y si no se convierten en una nueva pesadilla burocrática. Puede haber problemas, además, para entregar las notificaciones a personas que en el momento de sortearse las mesas estén de vacaciones.
Es seguro que el número de votos enviados por correo va a aumentar muy notablemente, lo que sin duda hará que se preste más atención a esta modalidad de sufragio, que tiene que gestionarse con exquisita pulcritud para evitar cualquier sombra de sospecha después de lo ocurrido en Melilla y otras localidades.
Y está el problemilla de las temperaturas que tendrán que soportar, en unos colegios convertidos en hornos, los componentes de las mesas y los interventores de los partidos. Y parece como si paliarlo no fuese responsabilidad de ninguna administración. Algún alma caritativa debería prever y proveer al menos un reparto de ventiladores. Si no, habrá que conceder a posteriori un montón de medallas al mérito civil de sufrimientos por la patria.
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