Por
  • Eduardo Martínez de Pisón

El futuro premio

La telecabina, de 4,2 kilómetros, se prevé construir por Canal Roya para unir los collados de Espeluciencha (Formigal) y Astún.
El futuro premio
J. A.

Creo conveniente escribir unas líneas a raíz de la cancelación del Premio de Medio Ambiente de Aragón de 2023, que me fue otorgado por el preceptivo jurado pero que no tuvo acto de concesión por decisión de la Consejería de Medio Ambiente del Gobierno aragonés.

Si entré en la lista de los candidatos propuestos para tan honroso premio fue por la buena voluntad de la Asociación Naturalista de Aragón (Ansar) y de veintidós colectivos y personas individuales que lo apoyaron con absoluta generosidad y simpatía. Si me fue otorgado fue también por la misma buena voluntad del jurado independiente nombrado para decidirlo. Si no me fue entregado en el acto tradicional fue, en cambio, por una voluntad contraria que impidió que se pudiera celebrar su concesión en la fecha y el lugar habituales, dejándonos sólo el recurso de hablar desde las catacumbas, como ahora hago. He recibido numerosas felicitaciones por la concesión del jurado y múltiples pruebas de solidaridad y afecto por la actitud negativa de la autoridad responsable a la designación definitiva.

Entre todos, quiero dedicar de forma especial este premio inconcluso a la Plataforma en Defensa de las Montañas de Aragón, merecedora de él más que nadie y de todos los agradecimientos de quienes aman la naturaleza, por su entrega, su valentía, su talento y su capacidad de ilusionarnos con su elevada capacidad de civismo.

Pero no importa: de lo que se trataba era de salvar la Canal Roya y lo hemos conseguido. La razón y el símbolo de este premio de 2023 son este logro, con su difícil lucha anterior, y esto es lo único trascendente. Y tal empresa fue necesaria por el incumplimiento en el cuidado de nuestros espacios naturales desde la institución encargada de velar por nuestro medio ambiente. En suma, no es a mí ni a mis valedores a quienes nos han ocultado, sino a su actitud antiambiental en el Pirineo y a su derrota por la sociedad. Y la voz de lo justo seguirá viva entre los ciudadanos y no la silenciarán.

De este modo, sólo soy un representante de ese amplio movimiento ciudadano, personifico en este caso a una colectividad de ejemplar cultura cívica, pues fue ella quien consiguió que se detuviera en la Canal Roya el torpe daño al Pirineo y a su espléndido estado natural.

En definitiva, realmente, a quien han concedido el premio y lo han querido ocultar es a la Canal Roya. El premio del jurado es un símbolo de una entrega social a la conservación de la montaña, sin precedentes; de la claridad de la disyuntiva ante la naturaleza pirenaica; del valor, del muy alto valor de este Pirineo.

Estamos aquí tras largas batallas por la conservación de las montañas, de los Ancares al Teide, y de modo particular por la ampliación del Parque Nacional de Ordesa y por evitar el daño a Castanesa. También por estar contra los daños de los aerogeneradores, a favor de los bosques, los ríos, las estepas, por el entendimiento global de la naturaleza. Naturaleza que quiso ser espléndida con nosotros y que confió en nuestro deber de cuidarla. Sé, como profesor, cuánto tiene el paisaje de educador y, en consecuencia, sus significados en las vidas.

Fue Unamuno quien dijo que la naturaleza es una lección de moral, de piedad, de serenidad, de humildad, de resignación y de amor. Y que, por tanto, hay que aprender a amar el mundo, a escuchar sus voces y a dejarlo como es.

Lo que cuenta para bien es el aprendizaje en la quietud del mundo. Para ello es previo poseer capacidad de admiración, de amor y respeto por la integridad del entorno. Y de ahí se deriva una disyuntiva en la consideración de nuestros paisajes: o bien tomarlos como mero solar, o bien como calidades que van de la ciencia a las emociones. En estas dos posiciones se muestran niveles morales profundos, tanto en las actitudes sociales como en los modos de ser personas. Cada valle, cada cima, cada bosque, cada torrente son una enseñanza y una virtud, una lección de naturaleza y de moral. El mundo nos ha regalado paisajes soberbios y su cuidado nos atañe a todos, porque todos ellos merecen lealtad.

Cuando se tiene la suerte de tener estos paisajes cerca, debemos enorgullecernos y asumir la responsabilidad de cuidarlos. Lo que la naturaleza nos ha dado debe tener una respuesta al mismo nivel de generosidad. Y, además, ¿qué seríamos sin ella?

Canal Roya es un símbolo de todo el Pirineo por su valor espontáneo, por su significado y, ahora, por el movimiento ciudadano que ha reclamado su protección. Es a este símbolo al que niegan reconocimiento quienes deberían ser los primeros en respetarlo y no en ocultarlo. Canal Roya es un símbolo de ideales, de tal modo que el verdadero progreso es su conservación. Esto es lo que la sociedad aragonesa reclama frente a propósitos arcaicos y dañinos, sabiendo distinguir los verdaderos escenarios de futuro. No todo sirve para el lucro y para la fuerza.

Probad un día, amigos, a lanzaros a cuerpo limpio a la montaña para obtener sin más palabras su profunda experiencia. Para leer en ella, para integrarte en ella, para poder perderte en ella y sorprenderte con lo inesperado. Rechazad los sucedáneos industriales que sustituyen la grandeza de los espacios libres por medios artificiales, que adormecen la vida privándote de una relación directa con el universo al que pertenecemos, que nos hacen olvidar que la naturaleza habla a quien la escucha y que el territorio también es poesía. Tened la experiencia de la humildad ante la montaña. Dejadle sitio en vuestras vidas, formad parte de ella con un sentimiento de paz con el mundo y con sus misterios. Mirad al paisaje como al rostro de un amigo. Quered al Pirineo.

Nuestra próxima meta: el logro del Parque Natural del Anayet, Partacua y Canal Roya. Este será nuestro premio.

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