Un presidente juguetón

Pedro Sánchez
Pedro Sánchez
Manu Fernandez

Lo malo es que juega con los españoles. Antes de comenzar su accidentado mandato, ya había dado muestras de su frivolidad al ser investido con los votos de los ultraizquierdistas y de los independentistas. Antes de la pandemia ya había dado muestras de ‘desustanciadez’. 

Pero fue cuando no quiso desconvocar –algo que curiosamente va contra su carácter inquieto y acelerado– la gran manifestación del 8-M en Madrid, con ministras de su propio gabinete a la cabeza, como Carmen Calvo, que las pasó canutas. Y no quiso desconvocarla, cuando ya se habían dado los primeros contagios en España, y en la vecina Italia, que ya era un hervidero de contagios, agravados por los frecuentes y atestados vuelos entre los dos países.

A partir de ese momento, la gestión de la pandemia en España fue, visto el número de casos y de fallecimientos, claramente mejorable, al situarnos a la cabeza de los contagios. El vaivén de medidas tomadas por su gobierno fue, a tono con su carácter, errático, con algunas disparatadas, y más bien consiguió trastornar a mucha gente. Pero como había que compaginar el criterio sanitario con el mantenimiento de la economía, Sánchez dio una de cal y otra de arena. Implementó los ERE, que mantuvieron a mucha gente que efectivamente ‘no podíamos dejar atrás’. Pero las medidas fueron cada vez más de caramelos cara a la galería, y además muchas veces no llegaban a sus destinatarios.

Comenzó a pensar más en medidas efectistas que efectivas. Parches de una temporadica para los jóvenes, y mucha propaganda, que, visto el resultado del 28M, no le sirvió para gran cosa. Y viendo el cariz que tomaban las verdaderas encuestas (no las del inefable y sectario Tezanos), comenzó a dar palos de ciego a favor de los independentistas catalanes y vascos, lo que encrespó los ánimos de muchos españoles que llevan en el corazón una España unida. Solo con aquellos podía sostenerse en el gobierno.

Y Sánchez, que no está falto de audacia, cuando le van las cosas mal es capaz de lo más insospechado. Ahora acaba de dar su último (parece) salto mortal. Convocar las generales en pleno julio, pensando exclusivamente en términos electorales favorables. De un hombre que, tras formar un gobierno exótico, fue echándose cada vez más en brazos de los independentistas no se puede esperar otra cosa que nos haya mareado con tres elecciones en cuatro años. ¡A jugar!

(Puede consultar aquí todos los artículos publicados en HERALDO por José Luis Mateos)

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