Entrañamiento

Entrañamiento
Entrañamiento
Pixabay

Los científicos han demostrado que las células del feto pueden permanecer en las entrañas de la madre muchos años después del parto. 

Parece que podrían quedarse en su sangre para siempre por un fenómeno llamado microquimerismo, evocando a la Quimera, aquel monstruo mitológico con cabeza de león, cuerpo de cabra y cola de serpiente. Los últimos estudios apuntan hacia la capacidad regenerativa de esas células pluripotenciales, genéticamente distintas a las de la gestante, capaces de proteger de ciertas enfermedades y reparar órganos dañados como los riñones, el hígado y, sobre todo, los tejidos cardiacos. Así que, una vez más, la poesía se adelantó: las madres nos llevan en el corazón. Los neoplatónicos, con Garcilaso, lo sabían: escrito está en su alma nuestro gesto. 

Hace unos días escuché contar a la neurocientífica Nazareth Castellanos que, en las primeras etapas del alzhéimer, las partes del cerebro que primero desconectan del corazón son las de la memoria. Y recitó unos versos anónimos cuyo paradero he perseguido, un proverbio grabado en sarcófagos egipcios, que explica parte del proceso de momificación: "Puse el corazón en ti para que recordaras lo que habías olvidado, pero, cuando lo hayas recordado, el corazón te habrá abandonado". La magia de la maternidad siempre ha sido un misterio, como la propia existencia. Quién sabe si será la gestación suma categoría del entrañamiento, la unión más íntima posible con otro ser, o lo serán las palabras y su recuerdo.

(Puede consultar aquí todos los artículos publicados en HERALDO por Almudena Vidorreta)

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión