Hace unos días finalizaba mi voluntariado con una charla en Sabiñán sobre los peligros de las TIC, la huella digital y el uso seguro de sus aplicaciones y servicios que incrementan su oferta y su presencia en nuestras vidas diariamente.

Se trata de un pueblo de 675 habitantes junto al Jalón, al pie mismo de la Sierra de Morés, desde donde su Cabezo, a 1170 metros, contempla el discurrir del estrecho valle. Del otro lado, La Mingorra, que en ninguno de sus empeños consigue alcanzar los 800 metros, le guarda las espadas y pareciera que siempre haya sido así, pues en otro tiempo se protegió su acceso con la Torre de las Encantadas. Allí, cuenta la leyenda, se encerraron a tres bellas damas que quedaron prendadas de otros tantos paladines. No obstante, aquel amor correspondido no fue tolerado por el celoso padre y en la noche de San Juan se obró el cruento baño de sangre, que acabó con los pretendientes descabezados y las damas arrojándose al vacío.

Les cuento esto porque el entorno tiene mucho ‘encanto’: campos y frutales, río y monte o vestigios históricos… y goza de un sosiego exento de las prisas y peligros de la gran urbe.

Durante la charla, Elena, la directora del CRA ‘El Enebro’, me indicó que la digitalización había impactado en el pueblo tan fuertemente como en la ciudad y que, de hecho, entre esos jóvenes que viven a pocos pasos y no han de cruzarse con tráfico rodado para pasar un rato juntos -en lugar de salir a jugar a la calle o juntarse en alguna plaza- tendía cada mochuelo a jugar en red desde su olivo.

Igual que a ellos, quisiera recordarles la importancia de este domingo 28 de mayo, señalado como Día Internacional del Juego. Así que, al igual que al alumnado del Sabiñán, les quisiera invitar a compartir un rato de juego, pues no es sólo un derecho de la infancia, sino que es un modo apasionante de relacionarnos, de aprender, de gestionar emociones, de explorar curiosamente, de ponerse en la piel de los demás, de desarrollar nuestra inteligencia y habilidades, de probar normas nuevas, de comunicar mejor, de aumentar nuestro vocabulario, de negociar o de manejarnos en situaciones muy emocionantes cada vez que nuestra vida pende del arbitrio de un dado.