Por
  • José María Casas Vilá

Pedro Sánchez y el votante socialista

Pedro Sánchez, Javier Lambán y Lola Ranera.
Pedro Sánchez y el votante socialista
Oliver Duch

El mismo día en el que el ministro socialista Félix Bolaños, muy engolado, anunciaba solemnemente la salida del Valle de los Caídos de los restos de José Antonio Primo de Rivera, otro socialista, Patxi López, muy enfadado, declaraba que ETA había dejado de matar hacía diez años y que había que pasar página y mirar para adelante.

Utilizan contra la oposición su interpretación de lo que ocurrió hace noventa años, pero pretenden que se olviden los asesinatos de personas inocentes perpetrados por ETA hasta hace diez años. En su acuerdo con Pedro Sánchez, Arnaldo Otegi cambió presupuestos por presos, y consiguió la transferencia de Instituciones Penitenciarias. Ahora los presenta como candidatos a las elecciones. El candidato, asesino de personas inocentes, es legitimado por sus electores, quienes con su voto confirman que para la liberación del pueblo vasco ha sido imprescindible el asesinato de personas inocentes.

"No voy a permitir que la gobernabilidad de España descanse en partidos independentistas"; "creo que clarísimamente ha habido un delito de rebelión, de sedición en España, y que en consecuencia deberían ser extraditados esos responsables político"; "España no se merece el cambio que está proponiendo Podemos"; "ni antes ni después el Partido Socialista va a pactar con el populismo"; "yo cuando digo las cosas las cumplo: con Bildu no vamos a pactar".

La inclusión de etarras en las listas electorales –aunque ahora se anuncie la retirada de los que fueron condenados por cometer asesinatos– subraya la gravedad y la incoherencia de la deriva del PSOE bajo la batuta de Pedro Sánchez

En Internet: "Ley de Memoria Democrática, ley del ‘sólo sí es sí’, ley trans, ley de bienestar animal, ley de la vivienda: si quieres seguir transformando la sociedad con las mamarrachadas de la extrema izquierda, vota PSOE". Estas leyes fueron votadas por todos los parlamentarios del PSOE, tanto en el Congreso como en el Senado, sin que ningún presidente de comunidad autónoma del PSOE, aunque en declaraciones públicas se mostrara opuesto, diera instrucciones a sus diputados y senadores para votar en contra, a pesar de que se trata de un partido federal, con teórica independencia en sus decisiones, que está claro que no es tal; lo que podría tener reflejo también en las próximas elecciones autonómicas.

Siendo minorías, EH Bildu, los independentistas, los nacionalistas y Unidas Podemos gobiernan en sus territorios y en el Estado, y aprueban esas leyes gracias al PSOE, que con sus votos consigue que Sánchez gobierne en todo el Estado. Para quitar a Bildu, a los independentistas, a los nacionalistas, a Podemos; para quitar a Sánchez, hay que quitar a Sánchez.

Habituales votantes del PSOE, a los que les puede resultar imposible votar por otro partido, podrían refugiarse en la abstención, en un intento de que, después de una debacle electoral que provoque la renovación de todos sus dirigentes, renazca el partido socialdemócrata europeo que gestionó con acierto la Transición, consolidó la democracia y contribuyó a la modernización de España.

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