Por
  • Francisco José Serón Arbeloa

Democracia mejorable

Democracia mejorable
Democracia mejorable
POL

La finalidad de toda estructura política es asegurar la libertad y la igualdad de todos los ciudadanos mediante la garantía de los derechos civiles, políticos y sociales, aspectos que suelen figurar de forma genérica en los textos constitucionales. Y la democracia es un buen instrumento conceptual para alcanzar esos objetivos.

En muchos países democráticos, ese instrumento se refleja en: la representación política que se expresa cada cierto tiempo mediante las elecciones, la división de poderes que consiste en que diversas funciones del Estado son ejercidas por órganos diferentes que se controlan mutuamente y el pluralismo que surge de los diferentes intereses, valores e ideas que imperan en una sociedad a gobernar y por lo tanto deben ser reconocidos y protegidos. Un hecho del principio de pluralidad son los partidos políticos.

Observando el funcionamiento real de nuestra democracia vemos con claridad que no sería difícil mejorarlo si existiera en los partidos políticos la voluntad de hacerlo

Hasta aquí la teoría, ahora bien, como el mundo es un entorno complejo en el que nada permanece salvo el cambio, y como ninguna acción humana puede ser perfecta, la puesta en funcionamiento de las ideas previas debe evolucionar en busca de mejoras continuas. Si no observen que todo lo que se eterniza acaba volviéndose bastante inútil.

Qué duda cabe, que todos los partidos políticos se esfuerzan por mejorar sus procesos de toma de decisiones internas, por lo que es lógico que se vayan olvidando de los conciliábulos al uso y se vayan dotando de algunas herramientas democráticas entre las que son de destacar las acciones de formación interna, prospectivas, correctivas, preventivas y las que les permiten analizar la satisfacción de los ciudadanos en cada momento.

Si actuando como ciudadano, uno vive y observa el comportamiento de nuestra democracia y de los partidos, en apariencia las formas son democráticas, pero la sensación que generan es que a veces sus comportamientos son manifiestamente mejorables. Conociendo todos las virtudes y los defectos que son detectables, si se intentaran corregir estos últimos de forma colaborativa, ¡lo que podría llegar a ser, en vez de lo que es!

Imaginémonos a ese político que, gracias a su comportamiento, amistades, astucia y valía, pertenece el equipo de dirección de un partido y que en uno de los pocos momentos de reflexión que tiene, se plantea la siguiente pregunta: ¿Cómo puedo conseguir que la formación a la que pertenezco sea contemporánea y a ser posible de referencia?

Los dirigentes saben qué es lo que deberían hacer, solo falta que se pongan a ello

Permítanme hacerle algunas pocas reflexiones personales, con la esperanza de que a ese político y a su partido le puedan servir como inspiración en su toma de decisiones: no intenten alcanzar un poder transversal yendo al copo en los distintos órganos de poder, esa lucha continua por designar a los miembros de los órganos constitucionales y órganos reguladores no es directamente proporcional con su independencia, ese comportamiento imposibilita el control de la división de poderes. Hay que evitar el uso y abuso de los cargos de confianza, arrinconando a los funcionarios que ocupan sus plazas en virtud de los principios de igualdad, capacidad y transparencia. Aunque ningún proceso de selección es perfecto, mientras no se demuestre lo contrario, hasta el momento sus procedimientos de selección de colaboradores y expertos son bastante clientelistas. Lo de la disciplina de partido a veces va en contra de la libertad de conciencia. ¿Han oído hablar de las listas abiertas? Sean transparentes, fíense del pueblo, aunque su elección les complique la vida. Resuelvan el problema del reparto equitativo de las cargas tributarias, por muy difícil que sea el problema…

Mientras no se diga lo contrario, la democracia sigue siendo el gobierno del pueblo, y estoy convencido de que ustedes han estudiado en profundidad qué es eso de ejercer el poder mediante una buena democracia representativa, una verdadera división de poderes y un respeto al pluralismo. Por lo tanto, sabiendo lo que tienen que hacer, póngase a trabajar por la causa común y no por su propia causa, que es lo que su avidez transmite en muchas ocasiones.

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