En 1957, en el momento de recibir el Premio Nobel de Literatura, Albert Camus pensó primero en su madre, la mujer que lo crió en Argel trabajando como asistenta tras quedar viuda del padre del escritor, un trabajador agrícola muerto en el frente en la Primera Guerra Mundial. 

Inmediatamente después, Camus pensó en su maestro, Louis Germain, con quien mantuvo relación toda su vida. "Sin usted, sin esa mano afectuosa que tendió al niño pobre que yo era, sin sus enseñanzas y su ejemplo, no habría sucedido nada de esto". El agradecimiento del Nobel quedó plasmado en su famosa ‘Carta de Suecia’, pero hubo mucha correspondencia entre el escritor y su profesor. La editorial Plataforma Actual ha editado fragmentos de esa amistad epistolar, hecha de afecto y de admiración mutuos en ‘Cartas a mi maestro’. "Supone una enorme satisfacción para mí constatar que tu celebridad (esa es la verdad exacta) no te ha trastornado. Sigues siendo Camus. ¡Bravo!".

Con razón ha recordado esta historia Nuccio Ordine tras conocer que ha sido galardonado con el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades. Defensor apasionado de las humanidades, la educación y lo que ha definido, muy bellamente, como "la utilidad de lo inútil", Ordine defiende que una sólida base de cultura general es la mejor herramienta para que los jóvenes entren bien preparados al mundo laboral. Ordine va contracorriente, pero tiene toda la razón. Voces como la suya son una alerta necesaria contra el deterioro de la educación. ¡Bravo, Ordine!

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