Las inteligencias

Si no fuera porque la inteligencia artificial (IA) ha empezado a rodearnos, lo más inteligente sería ignorarla. Pero está fuera de control. Es lo que dice Geoffrey Hinton, premio Princesa de Asturias y padrino de la IA. "Pronto no sabremos qué es verdad y qué es mentira". 

El otro día escuché a un profesor que decía que algunos de sus colegas ya hablaban de volver al boli y la libreta, y es que los estudiantes están presentando textos que escribe la IA y nadie sabe cómo impedirlo. ¿Han probado a preguntarle a la IA quiénes son ustedes? No lo hagan. "Todavía estamos a tiempo de gobernarla", dice Francesca Bria, experta en políticas digitales. Lo inquietante es ese "todavía".

Stephen Hawking dijo que la IA podría suponer el final de la especie, lo mismo acaba de declarar Yuval Noah Harari. La Agencia Italiana de Protección de Datos ha bloqueado Chat GPT y más de mil expertos firmaron hace poco la petición de una moratoria hasta que aprendamos a gobernarla. Ha llegado la hora de rectificar. Cojan papel y boli, escuchen a los candidatos que nos van a dar la murga estos días, anótenlo todo y saquen conclusiones. No hace falta escanear cerebros con sofisticadísimas tecnologías para ver si son de derechas o de izquierdas, que es lo que hacen Feldmann Hall y Yeshurun-Dishon, de las universidades de Brown y Tel Aviv. Se ve enseguida. Tampoco se necesita más IA que un boli, ese gran invento de nuestro tiempo. Y escuchar, eso sí. Noble ejercicio de la inteligencia humana.