El salón Sant Jordi

El salón Sant Jordi
El salón Sant Jordi
Quique García

La Generalitat catalana va a proceder a retirar las pinturas que cubren el Salón de Sant Jordi, en el Palau. La noticia me ha recordado la visita guiada que tuve ocasión de hacer al Salón hace 30 años. 

Se trata de unos trabajos que durarán 16 meses, con un presupuesto de 1,9 millones de euros, y que se espera terminen en la Diada –11 de septiembre– de 2024. En 2023 se retirarán las pinturas. Debajo de las telas hay pared enyesada y así se dejará, con un revestimiento de fieltro de un tono claro. Se quitan 24 pinturas sobre tela de gran formato en las paredes y otras 45 más pequeñas que se encuentran en los techos y la cúpula.

Insisten en que se trata de una recuperación patrimonial. Opinan que quitándolas gana luz y amplitud esta estancia principal, que nació como capilla en el siglo XVII. En 1616 la finalizó el arquitecto Pere Blai. Consideran que todas estas pinturas, llevadas a cabo en el primer tercio del siglo XX por destacados artistas barceloneses, no guardan conexión con la arquitectura renacentista de la estancia.

Sin embargo, no es difícil darse cuenta de que las retiran, como la misma comisión técnica ha dicho, porque consideran que tienen una carga ‘ideológica’. Las pinturas recrean escenas como el Compromiso de Caspe, la batalla de Lepanto o la llegada de Colón a Barcelona ante los Reyes Católicos.

La idea de retirarlas viene ya de los tiempos de Jordi Pujol. Siendo él presidente conocí el Palau. Había una reunión de presidentes de comunidades autónomas en Barcelona y yo acompañaba al presidente de Aragón, Hipólito Gómez de las Roces. Mientras los presidentes estaban reunidos, el servicio de protocolo del Palau nos organizó una visita guiada. Un joven ujier, perfectamente uniformado, nos explicaba las pinturas del Salón de Sant Jordi, repitiendo los tópicos que la historiografía catalana, desde principios del siglo XX, se encargó de extender. Por ejemplo, el rechazo al Compromiso de Caspe, por lo decisivo que fue para lograr la unidad de las dos Coronas de España, Aragón y Castilla.

No sirve de nada que la arquitecta responsable diga que se conservarán bien y que "no hay nada contra estas pinturas, simplemente están mejor en otro sitio, y si un museo quiere las puede exponer". Ningún museo catalán las expondrá, porque esas pinturas y lo que representan hace tiempo que recibieron el rechazo del nacionalismo catalán.

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos en HERALDO por Carlos Sauras)

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