Elecciones y políticos

Imagen del Congreso de los Diputados
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Es difícil no comparar el funcionamiento de los partidos políticos en España con lo que sucede en otros países. Por ejemplo, en Alemania. La ciudad Estado de Berlín ha elegido su asamblea legislativa. El resultado fue que los cristiano-demócratas vencieron después de 20 años, y Berlín tendrá un alcalde-gobernador de la CDU.

Las bases socialdemócratas (PSD) aprueban una gran coalición y el líder de la CDU será el futuro alcalde. La propia alcaldesa saliente, socialdemócrata, ha negociado este acuerdo. Lo hizo, aunque podría sumar con sus actuales aliados, Los Verdes y La Izquierda –antiguos comunistas de la RDA–. Pero prefiere una gran coalición, aun a costa de dejar la alcaldía. Se conforma con asumir una cartera en el nuevo gabinete. ¿Se imaginan esto en España, en las actuales circunstancias? El empeño de Pedro Sánchez y de sus socios –a estos la idea de España les chirría– es continuar gobernando, sea como sea.

No se puede gobernar España con tal dependencia de las minorías; minorías con un componente radical y populista que, incluso, alientan la idea de romper el Estado. España ha atravesado momentos muy complicados: el intento de secesión, la pandemia, las crisis económicas, o los ataques a la transición del 78. Se hubiera necesitado un gran acuerdo de los dos partidos que tienen posibilidades de presidir el gobierno de la nación.

Otro elemento disonante de esta campaña –y su precampaña– es la acidez y los malos modos entre los políticos. Quienes gobiernan tienen mucha responsabilidad. El ejecutivo nacional no contesta a las preguntas parlamentarias que se le plantean y se limita a increpar a la oposición en el Congreso y en el Senado. En cambio, no responde si es atacado por sus socios. Este modo faltón ha llegado a nuestra Comunidad, donde el nivel era distinto. Lambán, que siempre ha mostrado esa línea de moderación, llegó a llamar "florero" a la mujer que encabeza la candidatura del PP en Zaragoza.

Estas elecciones tienen también en Aragón otra nota discordante. El PAR, tercera fuerza histórica, ha salido muy tocado por el comportamiento impresentable de muchos de sus dirigentes, tanto los oficialistas como los críticos. Deberían pedir perdón a los aragonesistas de sentimiento. Le salvará, en parte, al PAR su fuerte implantación rural, aunque tenga menos concejales y alcaldes.

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos en HERALDO por Carlos Sauras)

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