Hazme caso

Hazme caso
Hazme caso
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Alguien quiere decir algo. En vano. Y viceversa. Alguien algo. Espera a ver, tic toc. He de responder algo urgente. Lejos es más que cerca. No hay caso. O sea, atención, en el sentido aragonés universal de ‘hazme caso’. Hazme caso de una vez, dame este segundo, levanta la vista, afloja el dedo. Dame de existir. 

El dilema entre levantar la vista, aflojar el dedo y atender al humano presente, de carne y hueso y móvil, que te intenta decir algo. O ya lo ha dicho y ha pasado un minuto... o fue ayer. Qué volar el tiempo. (Es una frase ‘sioux’, Sioux Aragón). Hazme caso porfa porfi ¡porfaaa! Es todo inútil o en vano pues nadie atiende desde hace ya al menos diez temporadas, aunque lo que sea que pase va más rápido ahora, cada minuto actual son diez años de antes, ese tiempo congelado, es por eso que todos somos tan jóvenes otra vez y los cerebros ya no se paran como entonces, simplemente es eso, lo que sea, que tampoco es fácil saberlo. Los móviles y sus tintineos, la música del tiempo, que tendrá sus ventajas. Deprisa/lento como un a ver, un suspense acelerado a la espera de algo inmediato, ahora ya sabemos qué es. El milenarismo nuevo (cada mes trae el suyo) es la IA gerencial, omnipotente, que hará todo ya sola sin preguntar. Tendrá errores y ñapas, claro, pero menos que los nuestros, que ya ves qué zancocho. Al fin podremos descansar de tanto ajetreo y tanta premura, o eso debemos creer para poder llegar con salud al final de este segundo eterno… Si hasta el tiempo congelado se está deshaciendo. ¿Me oyes? Espera un momento, tic toc.

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos en HERALDO por Mariano Gistaín)

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