Por
  • Pilar Clavería Peguero

El Ateneo, vida y cultura

El edificio de la antigua Feria de Muestras, sede de la Cámara de Zaragoza.
El Ateneo se encuentra en la sede de la Cámara de Zaragoza.
Guillermo Mestre

El Ateneo nació de la necesidad de unos amigos de crear un ambiente donde primaran conversaciones amenas y cultas, afabilidad entre los socios y lectura de prensa. 

Por iniciativa de Joaquín Gil Berges, ministro de la I República y reconocido jurista, esa inquietud se convirtió el 23 de enero de 1864 en el Ateneo de Zaragoza. Uno de sus principios es despertar conciencias ante la cultura y el conocimiento.

El problema del Ateneo hoy es la poca concurrencia de la juventud. Ya lo dijo en su día don Fernando Solsona, quien tanto ha aportado a la ciencia y a la filosofía y fue durante 39 años presidente de la institución. Un día, alguien se quejó de que había habido poca asistencia juvenil a un acto muy interesante, a lo que don Fernando, con ese aire jocoso que tenía, respondió que a "los jóvenes sólo les interesa el tuntún de la música". Las redes sociales también acaparan en demasía la atención de la juventud y les quitan un precioso tiempo que podría aprovechar para sacar el máximo rendimiento de sus capacidades.

Los socios del Ateneo reciben a primeros de mes un boletín con interesantes artículos llenos de realidad y actualidad y con la programación de actividades. Cada mes se vienen a realizar cuatro o cinco, impartidas por grandes ponentes: catedráticos, personas destacadas en cine, arte, prensa, radio, televisión… Todo un mundo mágico lleno de conocimientos y de distintas opiniones. Sin embargo, a pesar de este despliegue para atraer al público, el Ateneo no pasa por sus mejores momentos. Hay varios motivos. Primero, la desaparición de muchos socios, y que otros se han hecho muy mayores; y también están esas personas que han hecho de la comodidad su reino y no se molestan en salir de casa. Se conforman con lo que les ofrece la pequeña pantalla, sin más.

El Ateneo nació y continúa con el empeño de difundir la cultura y el conocimiento para todos los públicos. Su labor merecería más atención por parte de la sociedad

Pero el ser humano está concebido para relacionarse, compartir opiniones, conocer ambientes… Tiene que ser ambicioso intelectualmente, pues hay que pensar que nunca se sabe ni se domina todo, y que las medianías nunca han sido buenas. ¿Por qué no aspirar a más si lo tenemos al alcance de la mano?

Los gobiernos se tendrían que involucrar más y sentirse motivados por centros que, como el Ateneo, son difusores culturales, elevados a la máxima expresión, pues abarcan todos los campos: sociales, literarios, artísticos, filosóficos, musicales… Todo lo que sea impulso creativo tiene cabida en su difusión y acogimiento. Tenemos que sentirnos muy afortunados de vivir en una ciudad como Zaragoza, que con su imperio y lozanía nos proporciona estos mundos maravillosos y deseosos de ser conocidos y disfrutados. A más cultura más vida social y más felicidad y prosperidad. La ignorancia y la inseguridad deben quedar atrás, pues la premura de los tiempos nos lo está pidiendo a gritos. El Ateneo también os está esperando. Ahora, en el edificio de la Cámara de Comercio, en la antigua Feria de Muestras.

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