La alternancia natural en la vida política

Preparativos, en un colegio de Zaragoza, para una jornada electoral.
La alternancia natural en la vida política
Guillermo Mestre

Nada que ver con el alternador –ese aparato que llevan los coches– ni con el alterne –que no es práctica recomendable-, sino que la palabra alternancia se refiere al cambio que se produce en la vida política cuando, como consecuencia de unas elecciones libres, el poder de gobernar cambia de manos, de forma que el partido de gobierno hasta la celebración de las elecciones es sustituido por un nuevo partido o coalición.

Dicen los tratadistas que la alternancia es una de las exigencias de la democracia, una condición necesaria para determinar la calificación que en la política se le otorga a un régimen.

Hay quien añade, además, que la alternancia, el relevo o el recambio debe producirse con naturalidad, de forma pacífica, sin violencias ni aspavientos, aceptando la nueva situación con dignidad y señorío por aquéllos que se van y sin que el poder recién adquirido se le suba a la cabeza a quienes llegan. A fin de cuentas, los contendientes en los comicios se han sometido al veredicto de los ciudadanos expresado libremente en las urnas. Así que ni rabieta de unos ni exaltación egocéntrica de otros.

Es humano que quienes ostentan el poder deseen mantenerse en él de forma indefinida; pero dado que la soberanía reside en el pueblo, según reza la esencia misma de la democracia, debe dársele a éste la oportunidad de manifestar periódicamente su conformidad o no con la actuación de quienes tienen un poder delegado y tener la oportunidad de cambiar de gobernantes.

Son de gran importancia los momentos electorales que vamos a vivir,
puesto que van a suponer un test para comprobar la calidad
de nuestra democracia y de nuestros demócratas

Todas estas consideraciones vienen a cuento con ocasión de la celebración de los procesos electorales que vamos a tener en España en estos próximos meses; muy cerca ya las que afectan al poder autonómico y municipal y más adelante las que se refieren a la gobernación del país.

Me ha preocupado la deslegitimación permanente que unos y otros han pretendido de sus respectivos adversarios, como si se tratara de enemigos irreconciliables y excluyentes, cuando son los actores de la escena política y se sobreentiende que todos aceptan, o deben aceptar, la posible alternancia, o la continuidad, en su caso, en el poder en función del dictamen de las urnas y sin que necesariamente se hunda el mundo.

Las proclamas catastrofistas y las condenas a priori no hacen ningún bien a la calidad de la democracia y podrían poner en riesgo el delicado momento del relevo. Por eso creo que son de gran importancia los momentos electorales que vamos a vivir, y que van a suponer un verdadero test para comprobar la calidad de nuestra democracia y de nuestros demócratas.

Quiero ser optimista y pienso que el vocerío ensordecedor que vamos a escuchar en los próximos tiempos es más bien fruto de la habitual exaltación política que de la auténtica solidez democrática de todos los elementos en presencia.

Esta querida España tiene necesidad de acreditar, una vez más, su entereza para decidir seguir adelante en el camino que todos emprendimos en la época de la Transición democrática tras la dictadura, cuando fuimos capaces de darnos un abrazo fraternal y cerrar unas heridas que jamás deberían volver a abrirse. Admitir la normalidad de la alternancia es insistir en ese camino de libertad y entendimiento.

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos en HERALDO por José Luis de Arce)

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