Huérfanos políticos

Huérfanos políticos
Huérfanos políticos
F.P.

Nos encontramos a poco más de un mes de las elecciones autonómicas y municipales y a ocho meses de unas elecciones generales, que cerrarán una de las legislaturas más complicadas de la historia de nuestra democracia, con una sucesión de acontecimientos dramáticos, la pandemia, la guerra de Ucrania, la inflación. 

En esta recta final, ante un contexto electoral reñido, las personas que no declaran su voto cobran gran importancia.

Empieza a ser cada vez más frecuente encontrarte a personas que se sienten huérfanos políticos. En la actualidad estos suman poco más de una cuarta parte de los ciudadanos con derecho a voto, y constituyen un grupo importante que puede resultar decisivo en unas elecciones. ¿Cómo son los ciudadanos que en estos momentos no se decantan por ningún partido político? A diferencia de otros períodos de nuestra historia democrática (especialmente los años noventa), la desmovilización política ya no se concentra en la izquierda. Tampoco en la derecha. Quizás como consecuencia de la polarización, los huérfanos políticos se encuentran ahora entre los que no se sienten próximos a ninguna ideología política: no son ni de izquierdas ni de derechas, sino equidistantes, de centro, o simplemente carecen de posiciones ideológicas definidas.

Hay muchos ciudadanos –sobre todo ciudadanas– que tienen conciencia política pero no se adhieren incondicionalmente a una ideología

Además, hay más huérfanos políticos entre las mujeres que entre los hombres, en las franjas de edad por debajo de los 65 años, en los municipios pequeños, entre las clases más vulnerables y entre los parados. Los datos demuestran que los partidos, que polarizan más atraen menos el voto femenino y éste es más bipartidista. También se observa que un 20% de quienes optaron por el PSOE en noviembre de 2019 duda sobre abstenerse, no votar o está indeciso. Y en ese grupo de ciudadanos, que son 1,4 millones de personas, hay más mujeres que hombres.

Estos huérfanos son personas concienciadas, con inquietudes sociales y con un sentido participativo y responsable de la política que nunca pensaron que se iban a encontrar a la intemperie de un día para otro. Cada vez más piensan que los partidos, como estructura piramidal, en su sectarismo, en su empeño en mirar hacia adentro, en la imposición de los intereses personales sobre los proyectos colectivos, ya no sirven. La nueva política se anunciaba, pero no llegó. Creen que los partidos ‘nuevos’ se han comportado como los partidos viejos y que la política podría hacerse de forma diferente y que los políticos deberían pensar en las personas antes que en sus propios partidos políticos.

Recuerdo que Javier Gomá, en su libro ‘Ejemplaridad pública’, planteaba ésta como principio necesario y organizador de la democracia moderna, proponiendo "el ideal de la ejemplaridad pública, igualitaria y secularizada". En política, hablar de un político o una política ejemplar nos lleva a definir a una persona que se preocupa por el bienestar y los intereses generales de la comunidad que representa y que actúa de manera transparente y honesta en su ejercicio del poder, con total integridad. La ejemplaridad se aferra a valores éticos y morales sólidos, y es por ello que exige del o de la líder política que sea un modelo de conducta en todas las facetas de su vida.

En el ambiente de polarización que vivimos, se sienten huérfanos. Piensan que la política puede hacerse de otra manera

También en su vida privada. La desafección, la desconfianza, el desinterés de la ciudadanía por la cosa pública, políticos e instituciones, se produce muchas veces al constatar la falta de verdad, de autenticidad, que se oculta en gestos vacíos que responden a intereses muy alejados de los suyos, del bien común. Y que, en el peor de los casos, contribuyen a modelar una cultura de la corrupción que se instala poco a poco con total impunidad y que afecta la calidad democrática y la esperanza de creer que otro marco de referencia, sano, participado y constructivo, es posible.

Los huérfanos políticos son solidarios y activos socialmente. Están formados y tienen trabajo. Prefieren hablar de política a despreciarla y no se van a radicalizar, con lo cual los populismos no son su oferta electoral. Alguna vez se sintieron partícipes de un proyecto político y muchos de estos ignorados incluso estuvieron afiliados o se presentaron a elecciones. Por eso, para esos votantes, los programas y los debates son importantes. Les influyen las campañas y los liderazgos. Cómo adoptar huérfanos en estas condiciones será uno de los principales retos para los partidos en las próximas campañas electorales.

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