Por
  • Ricardo Díez Pellejero

Zaragoza estación...

Una imagen de la estación de trenes de Delicias.
Una imagen de la estación de trenes de Delicias.
Oliver Duch

Todos cometemos el error de identificarnos con quien nos mira desde el espejo: una imagen estática que nos espera puntual a cada regreso. No obstante la impostura no se sostiene eternamente. 

Últimamente siento poseer un pase para una suerte de Dragon Khan, una experiencia única a distintas velocidades, con giros y sombras y en la que quien cae en la tentación del selfi (o en cualquier otra distracción), se ve apeado de la atracción sin haber gozado plenamente de la experiencia y con el amargo sabor de haberse perdido algo. No hay vuelta atrás y lo sabíamos.

En el AVE pude apercibirme de que los ausentes deambulantes somos legión y, así, pude distinguir gesticulando airadamente en una de las tiendas de Atocha a un viajero a quien, mientras hacía aspavientos y buscaba el billete adecuado, adelantara en la fila de control de accesos. Ya en el ‘coche en silencio’, el destino me asignó un compañero poco apercibido de que hay que vivir el momento y, en lugar de disfrutar de la calma (o la buena lectura) o de salir al vestíbulo para hacer uso del móvil, nos explicó a su interlocutor y a mí la plataforma que estaba desarrollando para el Ministerio de Igualdad

Me tuve que morder la lengua porque no me gustó eso de que, ante la llamada de la víctima en busca de protección, le atendiera un robot; la inteligencia artificial iría guiándola hasta completar un formulario… y apunto estaba de interrumpir para protestar, cuando se anticipó explicándonos que el algoritmo, si detecta pautas de nerviosismo en la voz de la víctima, haría saltar la llamada a un agente de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado

No sé, ojalá sea útil, pero el día que me maltrate la vida preferiría hablar con una persona empática y nada artificial, aunque no sea la más inteligente del mundo. Colgó y aún llamó a casa, porque iba a llegar tarde, pidiendo que le dejaran el pijama en el baño de los niños. Un padre ausente. ‘Carpe diem’… Y hablando de viajes: aterrizo en Adolfo Suárez Madrid-Barajas, me desplazo hasta Madrid-Puerta de Atocha-Almudena Grandes y, de camino, pienso que estaría bien llegar a la estación Zaragoza Delicias-Ángel Guinda o a Zaragoza-Labordeta. Ahí dejo la nada sutil indirecta.

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