Redactor de la sección de Cultura y columnista en HERALDO DE ARAGÓN

Séptimo arte ilimitado

Las salas de cine tienen su magia especial.
Las salas de cine tienen su magia especial.
Oliver Duch

Voy poco al cine últimamente. Mal. Fatal. 

Estoy suscrito a varias plataformas de películas y series, sí, pero no es excusa. Ir al cine con regularidad (y a conciertos, que también acudo menos que antes a la llamada) es compatible con el ‘sillonbol’ cultureta o disfrutón. La excusa de la falta de tiempo o fuerzas es tan legítima como facilona; el tiempo se busca. Y vaya, ir al cine es algo especial. Llámenme romántico (juraría que acabo de escuchar a alguien diciendo ¡romántico! en la calle, o ¡románico!, no sé: el rollo transmedia y las ventanas del metaverso tienen ruido blanco) pero los tópicos emocionales de la butaca, el fundido a negro del entorno, la fanfarria de la distribuidora en la pantalla y hasta el aviso de apagar los móviles son cosas que emocionan. La cadena Cinesa, con dos multicines en Zaragoza, anunció hace unos días un bono mensual de 15,90 euros que permitirá a la persona que lo adquiera ir al cine todas las veces que desee durante un mes. A falta de conocer más detalles o posibles matices, suena de maravilla para oídos románticos, románicos, góticos, dóricos y hasta corintios, ¡por Tutatis! Además, no sería extraño que las demás salas dieran pasos similares. Puestos a pedir, ¿sería posible que subieran las (escasas) opciones de versión original subtitulada, aunque fuese ‘miajica’? Piénsenlo, responsables: bastaría con alguna de esas sesiones viudas entre semana, en salas pequeñas. A ver si así los traidores volvemos, una vez reordenadas las prioridades, para que las encabecen cosas realmente importantes como el cine. ¡Eh, moción! ¡Chúpate ésa!

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