Por
  • José Tudela

Retos del Derecho Constitucional

Retos del Derecho Constitucional
Retos del Derecho Constitucional
Pixabay

La Fundación Manuel Giménez Abad ha considerado que era precisa una reflexión colectiva de profesores con diversidad geográfica y generacional para pensar sobre cómo el Derecho Constitucional debe enfrentar una nueva etapa en la relación entre el poder y los ciudadanos. 

Un congreso y un volumen con la participación de 33 profesores son el resultado de esta intención. Un esfuerzo que quiere servir de catalizador de una reflexión más amplia que se estima imprescindible. El primer objetivo del Derecho Constitucional es la regulación del poder de forma que determinados valores que se consideran esenciales queden garantizados. La limitación del poder; la garantía efectiva de derechos y libertades; un adecuado equilibrio entre la libertad y la igualdad, son algunas de las reglas e instituciones en las que se traducen esos valores. Hoy, como ayer, hay coincidencia en la necesidad de garantizar estas instituciones esenciales. La sociedad ha evolucionado pero seguimos coincidiendo en algunas premisas fundamentales. Ahora bien, la consecución de los objetivos deseados no puede realizarse de la misma manera que hace, siquiera, diez años. Han cambiado demasiadas cosas. El poder se ejerce de forma diferente y sus propios actores han mutado, relativizándose la importancia de algunos de ellos y surgiendo nuevos. Tampoco los problemas e inquietudes de los ciudadanos, a los que también debe responder el Derecho Constitucional, son los mismos. Nuevas dimensiones de la igualdad; el cambio climático; o los desafíos planteados por la inteligencia artificial, son, por poner tan sólo algunos ejemplos, inquietudes recurrentes que no figuraban en la agenda en el tiempo de redacción de la gran mayoría de las constituciones vigentes.

La contundencia con la que esas y otras cuestiones han irrumpido en nuestra vida ha provocado que, desde las instancias correspondientes, nacionales e internacionales, se haya intentado afrontar, al menos, algunos de los desafíos que plantean. Pero hay conciencia general de que se trata de respuestas parciales, claramente insuficientes y de que el desafío que representan exige los mayores esfuerzos. Lo exige la relevancia de las consecuencias y lo exige la salud del sistema democrático. Todo sistema político pasa por un examen constante de funcionalidad. Para un sistema democrático, a largo plazo, no es suficiente con alegar sus credenciales de legitimidad. También es preciso que se muestre capaz de resolver los problemas a los que se enfrentan los ciudadanos. Si estos consideran que no existe esa respuesta eficaz, que sus problemas se cronifican sin una perspectiva razonable de solución, se corre el riesgo de que acaben abdicando de sus convicciones democráticas y busquen refugio en opciones políticas de signo contrario. Así, las consecuencias de la gran revolución tecnológica en la que nos encontramos plantean dos grandes retos para la ordenación del poder público y, en consecuencia, para el Derecho Constitucional: es preciso atender con urgencia a las demandas ciudadanas que se corresponden con este nuevo ciclo histórico y es necesario introducir las reformas precisas en el orden institucional para asegurar que el sistema democrático sigue garantizando los valores que le son inherentes.

Los retos del Derecho Constitucional son los de la sociedad contemporánea: encontrar las respuestas políticas y jurídicas necesarias para garantizar una convivencia justa en el marco de un contexto social profundamente transformado

Los retos del Derecho Constitucional son los retos de la sociedad contemporánea. Básicamente, encontrar las respuestas políticas y jurídicas necesarias para garantizar una convivencia justa en el marco de un contexto social profundamente transformado. No es suficiente con afirmar que, como siempre, habrá consecuencias positivas y negativas. Es evidente. Se trata de maximizar las positivas y de limitar al máximo los efectos de las negativas. Y ello exige respuestas de los actores que se encuentran en condiciones de darlas. Para ello, lo primero que resulta imprescindible es tomar conciencia de los desafíos a los que nos enfrentamos. No es así. Si uno observa el comportamiento de los distintos actores públicos, no parece que haya habido cambios sustanciales. Sus comportamientos y eventuales respuestas son esencialmente las mismas que han generado de manera tradicional. Reclamar la atención sobre la necesidad de gobernar el presente de manera diferente y pensar el futuro en correspondencia es la primera exigencia que hay que realizar

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