Un 8M fragmentado
Un año más, las manifestaciones por la igualdad han reunido a miles de personas en ciudades y pueblos de toda España, también en Aragón.
Desde que, en 1977, la ONU proclamó el 8 de marzo como Día de la Mujer, buena parte de los países del Planeta celebran en esta fecha la justa lucha de las sociedades por la igualdad de mujeres y hombres en los distintos ámbitos de la vida. La jornada reivindicativa de este año ha coincidido con la profundización de la división del feminismo en nuestro país, una división que alcanza al Gobierno y que se hizo patente el martes en el Congreso, donde el PSOE aprobó las modificaciones de la ley del ‘sólo sí es sí’ con la oposición de Podemos. Tensiones políticas aparte, el 8M debe servir para recordarnos a todos que es inaceptable la desigualdad que sufren las mujeres a nivel laboral, salarial, social y familiar
La fractura del movimiento feminista ha aumentado por la división que sobre este asunto fundamental se vive ahora dentro del Gobierno, después de años en los que la parte socialista ha dejado vía libre a la podemita. La ley del ‘solo sí es sí’ y la ‘ley trans’ han sido desatinos que han originado daños y que han arrinconado aspectos que inciden realmente en la vida de las mujeres. Por ello, la polarización ha ensombrecido una celebración que debería ser festiva y reivindicativa a la vez para todas las mujeres.
La integración de la mujer en todos los ámbitos sociales ha sido uno de los principales avances colectivos del último siglo, sobre todo en los regímenes democráticos, pero siguen siendo necesario profundizar en esos cambios, porque la igualdad real todavía no se ha conseguido. Queda mucho camino por recorrer. Más allá de las divisiones partidistas, el objetivo bebe ser articular entre todos un compromiso firme, racional y entusiasta con la igualdad efectiva entre mujeres y hombres.
