Por
  • Andrés García Inda

Sentido de establo

Sentido de establo
Sentido de establo
Heraldo

Llevamos los últimos días con el Gobierno envuelto en la bandera nacional y alzando la barbilla, con la dignidad de un centurión romano salido de un tebeo de Astérix. 

Con lo de Ferrovial andan reivindicando a diestro y siniestro el patriotismo y la solidaridad fiscal frente a la deslocalización de empresas. Todo por la patria, dicen ahora (y por la cara, pensamos nosotros); y que paguen más los que más tienen, insisten (pero siempre que no sean los suyos, claro). Pero no resulta nada creíble, creo. Y para muestra un botón.

Ya saben que el Gobierno y sus socios aprobaron hace poco una nueva iniciativa tributaria a la que denominaron ‘Impuesto temporal de solidaridad de las grandes fortunas’, cuyo propósito en realidad era gravar selectivamente a los ciudadanos de aquellas comunidades autónomas que bonifican el impuesto de patrimonio (Madrid y Andalucía). Hay quienes insisten en que lejos de cargar a las grandes fortunas los que pagarán el pato, como siempre, son las pequeñas y las rentas medias; y quienes avisan de que la iniciativa puede acabar en el desguace europeo, como el famoso modelo 720 de Cristóbal Montoro. Pero para entonces, piensa el legislador cortoplacista, que arreen, porque su objetivo no es hacer bien las cosas, sino que le salgan bien, aunque lo que beneficie al Gobierno no sea necesariamente bueno para el país.

Pero los ricos también lloran, como en la tele. Y normalmente los que más ruido hacen suelen ser los que menos motivos tienen para hacerlo. En este caso fueron los ricos nacionalistas vascos, PNV y PSE ‘yuntos’, quienes se manifestaron a favor del nuevo impuesto siempre que no se aplicara en el País Vasco. ¿Por qué? Porque sí, porque lo nuestro ‘is different’. No lo olviden: cuando alguien invoca un hecho diferencial lo que exige es un privilegio; nadie quiere diferenciarse para pagar más o ser peor tratado. Pues bien, el pasado 23 de febrero, a propuesta del Gobierno, el Congreso de los Diputados aprobó de forma exprés y por lectura única la reforma del concierto que cede al País Vasco y Navarra las competencias de gestión y recaudación de ese impuesto estatal. ¿Para que así puedan no aplicarlo? En el País Vasco han dicho expresamente que no piensan hacerlo. O sea que la solidaridad, el patriotismo y la armonización fiscal era eso: Un país donde, como en la granja de Orwell, a todos se nos trata igual, pero a unos más igual que a otros. Y no precisamente en función de su esfuerzo, su solidaridad o su riqueza.

La gestión del llamado ‘Impuesto temporal de solidaridad de las grandes fortunas’, que seguramente acabará cayendo más bien sobre las pequeñas, ha sido cedida al País Vasco y Navarra, que se librarán así de tener que aplicarlo. Un nuevo privilegio

Curiosamente, o no, la iniciativa salió adelante con los votos a favor de todos los grupos parlamentarios salvo Ciudadanos y Vox; y con la abstención de tres diputados, entre ellos el de Teruel Existe. Llama la atención que el resto de las diputadas y los diputados aragoneses (socialistas, populares y podemitas) votaran a favor de una medida que, lejos de favorecer la igualdad y la solidaridad interterritorial, lo que hace es ampliar el régimen de privilegio de unas comunidades frente a otras. ¿Por qué?

Sería interesante, por ejemplo, que nuestros representantes en el Congreso comparecieran periódicamente en los medios (qué sé yo, en la Televisión Aragonesa) para responder a esa u otras preguntas parecidas. En este caso los de PSOE, Podemos y PP podrían explicar sus razones para votar en ese sentido, que las habrá seguro. No sé si Lambán tendría también algo que decir al respecto o en esto, como en tantas cosas, seguirá jugando a nadar y a la vez guardar la ropa, escudándose en que, como en Aragón es donde más impuesto de patrimonio pagamos, aquí seguramente no habrá que tributar más... por ahora. Algunos no sabrían ni responder, pero seguro que entonces se mostrarían críticos, contundentes y bravos. Porque, por lo general, nuestros líderes son como esos animales que embisten aparentemente valientes en el corral, pero a la hora de la verdad doblan las manos y mansean vergonzosamente en la plaza.

Imagino que muchos de ellos aludirían, envueltos nuevamente en la bandera (ahora ya la regional), a las razones y al sentido de Estado. ¿De Estado? ¿O más bien, recordando a Gracián, habría que hablar de razones o sentido de establo? Porque nuestros representantes tienden a confundir su estatus personal y el de su redil con la estabilidad política e institucional, y a convertir ésta en un mecanismo de segregación y estabulación social. Aunque si de estabular se trata hay que reconocer que la clase política suele dar a menudo buen ejemplo. Y unos más que otros, claro, como en la granja.

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