Por
  • María Goikoetxea

Para todas, todo

Para todas, todo
Para todas, todo
Heraldo

No es estrafalario, se trata de entender que no todas las mujeres tienen las mismas oportunidades y que no nos gusta la idea de romper techos de cristal unas pocas si es a costa de que otras mujeres tengan que recoger los cristales que quedan en el suelo.

La prioridad no es romper los techos de cristal, es importante hacerlo, pero todavía es más importante trabajar en medidas que favorezcan que la mayoría de las mujeres pueden salir del suelo pegajoso, que las que están en situaciones más difíciles que las nuestras vean reconocidos todos sus derechos, por eso queremos para todas todo.

Feminismo no es que Ana Patricia Botín o Marta Ortega dirijan una gran empresa, ni siquiera que Isabel Díaz Ayuso sea presidenta de la Comunidad de Madrid. Es feminista aprobar una ley de vivienda que nos permita topar el precio de las hipotecas, que se impidan los desahucios sin alternativa habitacional. Es feminista mejorar las condiciones laborales de las trabajadoras de Inditex o no sucumbir ante las exigencias de las extrema derecha para mantenerte en el poder a costa de los derechos de las mujeres.

Poner la vida en el centro implica la democratización del sistema productivo, la regulación de los mercados y el rechazo frontal a las políticas neoliberales. La pandemia nos ha demostrado que, en momentos de crisis, sigue siendo el Estado quien asume, a partir de la gestión de lo común, la responsabilidad de las políticas económicas y sociales.

Tras el tsunami feminista de 2018, vemos afianzados los postulados que defienden, el incremento de las políticas feministas en defensa de los servicios públicos, que son los bienes comunes. El feminismo propone no solo mejoras en la vida de las mujeres, sino alternativas globales a un sistema atroz para que todas tengamos vidas que merezcan la pena vivir.

Nunca antes un Gobierno en la historia de nuestra democracia había invertido tanto en políticas feministas. Es una apuesta decidida para impulsar una necesaria transformación feminista que consolide, tras una década sin apenas avances institucionales, el feminismo como una política de Estado.

La agenda que tiene el feminismo responde a las crisis reveladas en los últimos años, particularmente con la emergencia sanitaria: el fortalecimiento de los servicios públicos o la necesidad de que todo el mundo pueda desarrollar sus proyectos de vida y ser quien es sin culpa, sin miedo y sin estigma. Y, por tanto, combatir los discursos de odio, pero mucho más. Ya nadie se imagina nuestro país sin las leyes feministas, pero tampoco sin el movimiento feminista.

No nos gusta la idea de romper techos de cristal unas pocas mujeres
si es a costa de que otras tengan que recoger los cristales que quedan en el suelo

La historia del Día Internacional de las Mujeres tiene que ver con una lógica profundamente humana y netamente democrática como es el hacer extensivos los derechos civiles, políticos y laborales a todas las personas excluidas de ellos.

Actualmente hay una nueva generación de derechos feministas que profundizan en la equidad democrática con leyes como la ley trans, la ampliación de la ley del aborto o la nueva y controvertida ley de la garantía de derechos sexuales conocida como ‘ley del solo sí es sí’. Una controversia que tiene que ver con la aplicación de la ley y que Podemos lleva varios meses trabajando para corregir los efectos indeseados sin que se toque el consentimiento y para no volver a una situación anterior, como la fatídica sentencia de la manada y en donde las mujeres tenían que demostrar que habían sido agredidas. Esperamos que el PSOE tenga la valentía de aceptar que esto supone un avance y que se necesita mayor formación de todos los operadores que intervienen, para una correcta aplicación y una salvaguarda de la protección de las mujeres que ahora tienen un acompañamiento integral. No olvidemos que tan solo el 8% de las mujeres denuncia una agresión sexual y por tanto un 92% quedaban desprotegidas.

No menos importante en estos nuevos derechos feministas es el Plan Corresponsables que supone que por primera vez en nuestro país el Estado social y de derecho afronta la corresponsabilidad en los cuidados poniendo medios para que ello no sea una carga sobre todo para las mujeres.

Actualmente vivimos el auge de un movimiento feminista diverso y plural, que apela también al disfrute y a la felicidad de todas y todos, con una renovación generacional significativa desde las convocatorias de huelga feminista que eclosionaron antes de la pandemia y que bebe de las madres y abuelas que tanto hicieron para que las jóvenes tuvieran mejores oportunidades y vidas dignas de ser vividas sin agresiones y violencias. Todo esto es indicativo de que avanzamos en derechos y libertades democráticas, que no podemos dar un paso atrás ante los embates de la derecha, ante el ruido que no pone el foco en las mujeres y que, sobre todo, ni estamos locas ni somos estrafalarias, porque sabemos lo que queremos y lo queremos ahora, para todas, es todo.

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