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Cartas al director de HERALDO: Senderos luminosos y enredosos

Senderos luminosos y enredosos
Senderos luminosos y enredosos
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Senderos luminosos y enredosos

Hay que ver por dónde nos llevan las deslumbradoras ideas de mentes brillantes, bien intencionadas, no diré lo contrario, aunque ya de entrada no alumbran bien, por mucho que se esfuercen y se empeñen en ‘enlucernar’, dicho en aragonés, que traducido al castellano sería deslumbrar. 

Digamos de paso que mirar no es ver precisamente. Porque desde los albores de la civilización con el cristianismo, el marxismo a la contra y por último el capitalismo totalitario materialista, bebiendo de esas fuentes, pero pasando por encima, no cambia que unos locos guíen a unos ciegos (Shakespeare). Luego, lo más refulgente de aquí que anda en liza, envuelto en papel de plata. Secesionismo en danza; guerra feminista contra el terco, torpe y cruel machismo; y el animalismo español, ciego sobre el qué somos, de dónde y cómo venimos, para poder sobrevivir en este nuevo siglo y los venideros. Y resulta que, sin avance en la civilización del animal humano, nos ponemos a civilizar perros y gatos. Pues que la ceguera siga contenta. En primer lugar, la de las mentes obtusas e incapaces de ver y reconocer algo distinto, quizás deslumbrante como los primeros pasos del niño en brazos de sus padres recién salido de la cuna. De ahí para allá se encuentra la vida. Pero no te acostumbres a mirar; procura ver. Y no te dejes deslumbrar por los tejedores de enredos luminosos engañosos. Procura andar firme sin rodeos ni rencores, sin ser demasiado valiente u osado ni temeroso, sabiendo a quién quieres y quién te quiere, sin dejar de vigilar; siendo capaz de mirar y ver lo mejor. La vida alrededor. Y por último, a vueltas con la energía y lo cara que está, la más cara de todas y la más inútil la gastan los políticos cuando hablan.

Luis Buisán Villacampa. ZARAGOZA

Una noche en el calabozo

Acabo de salir del calabozo. Veinticuatro horas a medias entre los cheniles de la comisaría de Ranillas y los de la Ciudad de la Justicia. En total, una tarde, una noche y una mañana. Y pienso yo que hay cosas muy mejorables. Por ejemplo, que no haya música ambiental. No hay relojes en las paredes ni asoma el sol en las ventanas. No te ofrecen nada para leer, y tampoco sirven café. Obligan a dormir encima de un tablón. Y la comida defrauda. Lo de la música lo arreglan los chavalicos étnicos. Pero en los antros del cuartelillo no nos cocinan ni arguiñanos ni adrianes. Y yo, cristiano judío de Zaragoza, pues voy a lo mío, bien jodido. Aunque esta noche nos acompaña el asiduo Manolé, drogadicto de cuando los ochentas, ebanista de las Delicias, cagándose en las santas madres de todos los negros, moros, gitanos, etc., cantarines y plañideros, que excitan su insomnio. Somos los dos únicos de la generación X. Unidos por la misma miasma carcelaria de heces y de orines, del sudor frío de muchos miedos nocturnos juveniles. Mucho sudor en general. También el de los maderos, muy bien vestidos y siempre atentos, hastiados y displicentes. Porque las noches en los calabozos de una comisaría gimen, huelen y desquician. Ellos sí que están cumpliendo condena. Y por fin, a un alba ya tardía, traslado a los calabozos de los juzgados para que, antes de la hora de comer, su paternal señoría, cana, cubista y sin puñetas, vistiendo chaqueta y corbata verdes bien combinadas, y con la condescendencia que otorga un sueño entre franelas y una ducha antes del café y el cruasán, pues bueno, nos libera. Libertad sin cargos. A todos, a los diez que desesperábamos allí, menos al pobre Alí, que se encontraba en busca y captura por estafar cien mil euracos. Ése, para Zuera. Los compañeros de los maderos que nos habían detenido el día de antes nos dan la enhorabuena. Y digo yo que para qué tantos gastos. ¿Sigue habiendo alguien con ganas de escarmentarnos para que aprendamos quién manda aquí? Al menos, por favor, cuando pillen a algún imbécil como yo en una noche de farra, dispongan las autoridades calabozos confortables, con vistas al Ebro, con ‘internete’ y con máquina de café. Faltaría más. Que pagamos muchos impuestos, señor presidente.

Rafael Poza. ZARAGOZA

Profetas de calamidades

La muerte de Benedicto XVI ha suscitado profecías apocalípticas. Meter miedo no es bueno y la muerte es un hecho desagradable que podemos preparar para recibirla cuando llegue, superando el temor natural a lo desconocido. Los antiguos profetas no pretendían sembrar terror sino ser fieles a la llamada de Dios. Aun a costa de su vida, denunciaron el comportamiento inmoral de los reyes y del pueblo, y los hechos les dieron la razón. Nínive como excepción, al contrario que Sodoma, se convirtió por la predicación de Jonás y evitó el castigo divino. Jesús también tuvo miedo en Getsemaní, pero lo superó con la oración al Padre, y su posterior pasión y muerte fueron un ejemplo de serenidad pacífica y de oblación doliente. Él, que lloró por Jerusalén e invitó a su conversión, profetizó la destrucción de la capital judía del año 70 por Tito y también las señales sobre el fin de los tiempos. En resumen, hay profetas de calamidades que te amargan la vida y hay verdaderos profetas que pretenden hacer ver al pueblo sus pecados, para reconducirlos por el camino recto y evitar esas catástrofes. Porque el futuro, que nunca está escrito, depende esencialmente de nosotros. La paz es nuestra responsabilidad y empieza por la paz en nuestros corazones.

Javier Pueyo Usón. ZARAGOZA

Prisas tecnológicas

A los que ya tenemos una edad y nos está costando mantenernos en el mercado de los nuevos productos tecnológicos y su manejo, nos gustaría señalarles a esas empresas que corren tanto para implantarlos y rentabilizarlos que piensen más despacio los cambios y se acuerden de los millones de personas que necesitamos aprender poco a poco. También me gustaría que nos diésemos cuenta de que la pandemia aceleró las innovaciones y que esas modernidades van a ocasionar el despido de más de 85 millones de personas en el mundo en un par de años. Es verdad que los cambios siempre han traído grandes paros y también que en no mucho tiempo se crearon y se crearán puestos nuevos y se conseguirá salvar muchos, pero no todos ni mucho menos. Así que, por favor, piensen que las prisas tecnológicas serán rentables para muchas empresas y seguramente nos darán productos más baratos, pero se quedarán muchas personas en el camino sin posibilidades de entrar en el rol del trabajo. Y muchos se quedarán aislados por no saber cómo usarlos porque su edad ya no se lo permitirá. Así que gracias a las nuevas tecnologías pero pasito a pasito, hay diez millones de personas a las que les falta educación digital.

Adela Laborda Gavalda. ZARAGOZA

Las cartas al director no deben exceder de 20 líneas (1.500 caracteres) y han de incluir la identificación completa del autor (nombre, apellidos, DNI, dirección y teléfono). HERALDO se reserva el derecho de extractarlas y publicarlas debidamente firmadas.

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