Por
  • Ana Muñoz

Ser amable

Ser amable
Ser amable
Pixabay

Todavía no he escrito la columna sobre ser amable –le digo a Gala–, pero es que en la anterior ya hablé de etimologías". 

Busco en Todos Tus Libros la palabra clave: los hay para adultos, aunque sobre todo para niños; es decir, a ser amables aprendemos en la infancia. Encuentro un ensayo que establece una relación prácticamente de sinonimia entre amabilidad y complacencia. Si eres amable, opina su autora, te aseguras ser amada y aceptada por los demás. Qué más quisiera, pero existe hasta quien se ensaña con las personas amables. Dejando a un lado el hecho de que debemos empezar por amarnos y aceptarnos a nosotras mismas, y de que hay situaciones de vida o muerte en las que la amabilidad no va a salvarnos, me preocupa que muy a menudo se interprete como un rasgo de fragilidad, de vulnerabilidad, de flaqueza. Hace poco, mi librero de confianza y yo fuimos a pasar un puente a Cuenca. De camino paramos en Utrillas, en donde nos esperaba un buen cliente al que le llevamos un libro. Es un tipo muy amable, me contó mi librero, casi como si estuviera hablando de una especie en vías de extinción, incluso del premio gordo de la lotería. Si yo fuera una escritora importante y tuviera el poder de influir sobre las masas, les aconsejaría que ante la duda sean amables. Que hagan esa elección siempre. Amable, sí, proviene del latín ‘amabilis’, y significa ‘digno de ser amado’. Sé amable, lector o lectora, porque (al menos etimológicamente) solo si lo eres podrás esperar lo mismo. ¿Acaso no debería ser ese, amar y ser amado, el verdadero propósito de nuestra especie?

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión