Nos vemos en la calle

Nos vemos en las calles
Nos vemos en las calles
Pixabay

Un año más, el próximo 8 de marzo, las mujeres ocuparán las calles de todas las ciudades de nuestro país. La participación y, sobre todo, la visibilización femenina se han incrementado considerablemente en una parte del mundo. 

En otra, las mujeres siguen siendo las grandes olvidadas, víctimas del hambre, la pobreza y la violencia. No podemos olvidar, entre otras, a las mujeres iraníes que se despojan del velo, como símbolo de la liberación que reivindican. Ni tampoco a las mujeres afganas, a las que no se les permite ir a la escuela, a la universidad ni a trabajar. Y lo hacemos, pues hay imperativos éticos que se hallan por encima de lo cultural. Hay principios universales que todo pueblo debe observar. No sé si este 8 de marzo volverán a perder el miedo y saldrán a seguir coreando "Mujer, vida y libertad" en las calles iraníes.

El Día de la Mujer se celebrará este año en medio de la polémica generada en el seno de la izquierda en torno a diversas leyes

En nuestras ciudades no sé qué corearán la mayoría de las mujeres, pues la agenda feminista, bandera tradicionalmente de la izquierda, se ha convertido en el centro de la confrontación ente el PSOE y Podemos. La reforma de la ley del ‘sólo sí es sí’, la aprobación de la ‘ley trans’ y la del aborto han situado al feminismo en el centro de la política, con una fuerte carga desestabilizadora en el Gobierno. El PSOE, en todos los gobiernos, ha tenido la bandera del feminismo, acompañada de un amplio apoyo social, y es evidente que Podemos, a través del Ministerio de Igualdad, ha entrado en pugna por la hegemonía de la agenda feminista. Parece evidente que la agenda política feminista es ahora, con la ministra Montero, más ideológica, y por tanto, más divisiva. También en el feminismo, desgraciadamente, se ha instalado la batalla cultural como estrategia política.

El próximo 8-M volverá a ser un año más de explicitar esta división. Recordemos que ya en 2020 se produjo un choque por el deseo de aprobar la ley antes de dicha fecha. Este año, curiosamente, el debate preliminar de la modificación de la ley del ‘sólo sí es sí’ se ha postergado hasta el 7 de marzo, ¡qué casualidad, víspera del 8! Parece que lo hacen un reto para dirimir justamente en la calle esta guerra cultural.

El debate está abierto y más este año, en pleno periodo electoral. El presidente Sánchez no puede dejar que la ley del ‘sólo sí es sí’ desvirtúe la imagen de un Gobierno que defiende a las mujeres. Obsesionados como están por las encuestas, saben que el voto femenino es clave para sus opciones electorales. Según el CIS, Podemos cuenta con mayor afinidad entre las jóvenes, mientras las de mayor edad se decantan hacia los socialistas. Tampoco puede permitir que se considere que su Gobierno es femenino pero no feminista. Sobre todo cuando las encuestas revelan que cada vez más mujeres en España se definen como feministas

El feminismo está hoy en el centro de la política española, mientras en otros países las mujeres no tiene reconocido ningún derecho

Pertenezco a una generación que pedíamos un cambio en las formas y maneras de realizar la gestión pública. Cualquier balance que nos propongamos hacer sobre la evolución del papel social de la mujer en los últimos años tiene que empezar reconociendo que el cambio ha sido importante. Y fue una conquista que realizamos entre todas y todos. Hoy hay que seguir buscando una solidaridad necesaria para avanzar. Tras conseguir estos derechos en las democracias liberales se constata que sigue existiendo una gran desigualdad, si bien no legal pero sí real. La historia nos enseña que la discriminación de la mujer tiene su origen en razones biológicas o culturales. Pero también políticas. Entre otras cosas, porque muchas de las desigualdades existentes tienen su origen, precisamente, en decisiones políticas que configuran un determinado modelo económico. Y es desde la buena política donde se puede reducir la brecha de la desigualad. Las relaciones laborales, el sistema de pensiones, la protección a la familia, el impacto laboral de la maternidad, el modelo productivo, el sistema educativo o los mecanismos de toma de decisiones en los puestos de trabajo no son indiferentes.

Entiendo que la calle no puede dictar la ley pero la política no puede obviar lo que está pasando en la calle, que tiene mucho que ver con el deterioro de las condiciones económicas, lo que provoca en algunos colectivos una pérdida de fe en la política. Las leyes existen y hay que aplicarlas, pero también justificarlas.

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