'Total no frost'

Total No frost
Total No frost
Pixabay

Como tengo una nevera ‘total no frost’, miraba a la vida sin miedo. Había un gesto ordinario en abrir sus puertas. Costumbre infravalorada. 

Copa helada, yogur natural, cero descomposición; el bífidus para el roto corporal a placer, testimonio de garantía sanitaria del alimento. El control intestinal por salud en generaciones ajenas al mal estado. Frío a doce meses, siempre igual: ni corrupción ni puerta giratoria. La nevera abre y cierra; solo te pide unos segundos al cerrar; poca cosa para tanta felicidad doméstica.

Por eso, la mañana que fui a por mi botella de agua rellenable de cristal (yo también sostengo el planeta) y la noté templada, me asusté. Y esperé, confié; pero horas después lo templado era generalizado dentro de la nevera. Así que llamé al servicio técnico, que era un laberinto pero yo no lo sabía. Vino un técnico, claro, y la miró como esperando que le hablara. La movió, sin abrir la puerta, y le sacó fotos a la parte trasera. Fotos en detalle para enviar al fabricante. La secuencia, según me dijo, sería que él le haría fotos, el fabricante las vería, le diría qué ve en las fotos, y le mandaría a reparar la nevera. Las fotos costaron 60,50 euros. Y la solución, tras 72 horas, resultó ser el hielo acumulado en un interior sin fotografiar. Ahí entramos el técnico y yo en un círculo complejo: si la nevera es ‘total no frost’ (y con esa idea había dormido yo del tirón durante meses), no entendía por qué había tanto frost. “Se hace hielo”, me dijo. “¿Pero si dice que no genera hielo?”, le pregunté. “Ya, pero lo hace”, me respondió. “Entonces está rota”, le respondí. “No, solo hace hielo”, me replicó. “¿Y el no frost?”, añadí. “El no frost no tiene nada que ver”, sentenció. Y la verdad, me venció como yo quise vencer al hielo desenchufándola y esperando a que se derritiera. Volviéndola a enchufar. Generando apenas un día después, de nuevo, ese hielo, ese frost. Y ahora la miro y leo: ‘Total no frost’, mientras sé que el hielo crece en su interior y espero una paz que me permita dormir del tirón, aunque el hielo me consuma y me congele las venas y las raíces. Porque sé que si sigue enfriando, soportaré la mentira de su eslogan, su interior roto y tramposo. Y como yo, tantos otros, soportando un mínimo privilegio, encaramos este año electoral.

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