Por
  • Javier García Campayo

Es tiempo de lo transpersonal

Es tiempo de lo transpersonal
Es tiempo de lo transpersonal
Pixabay

En los últimos años Aragón y la Universidad de Zaragoza se han convertido en el referente nacional e internacional de temas como el Mindfulness o las Ciencias Contemplativas. Esta semana, y en la misma línea de estos dos grandes temas, se celebra el Congreso Internacional de Psicología Transpersonal y Espiritualidad, también en nuestra universidad. Pero seguro que muchos lectores se preguntarán: ¿qué tiene que aportar a nuestra sociedad actual la Psicología Transpersonal?

La historia de la Humanidad ha sido, tradicionalmente, transpersonal, no individual. Cuando nuestro antepasado, el ‘Homo sapiens’, se desarrolló en el Paleolítico Superior, hace más de cuarenta mil años, las condiciones ambientales eran tan adversas y el peligro que generaban los depredadores era tan intenso, que un humano aislado tenía nulas probabilidades de subsistir. Por tanto, aprendimos a convivir en grupos de cazadores y recolectores, a colaborar y cuidarnos, olvidándonos de cualquier meta y proyecto personal, ante el gran reto común de la superviviencia.

Y cuando más tarde, hacia el 6.000 a. C., ya en el Neolítico, nos transformamos en sedentarios porque desarrollamos la agricultura y el pastoreo, y establecimos sociedades agrarias, continuamos siendo transpersonales. Dábamos una gran importancia a la identificación con el grupo humano en que vivíamos, la sociedad se encontraba fuertemente estructurada, sin duda demasiado rígida según patrones actuales, y las omnipresentes normas sociales regulaban la convivencia, siendo mucho más poderosas que los deseos particulares de los individuos. Y así continuaron las sociedades llamadas colectivistas, muchas de ellas permaneciendo hasta la actualidad, manteniendo unos poderosos lazos interpersonales y ponderando más los intereses globales que los personales.

Con la Ilustración y el debilitamiento de las ideas religiosas subsiguiente, la no creencia en una vida ultraterrena produjo que las élites intelectuales considerasen que la fama individual ‘post mortem’ era la única forma de inmortalidad posible. Muchos expertos consideran que eso fue lo que produjo el ocaso de las culturas colectivistas y el inicio de las sociedades personalistas como la occidental. En los últimos cien años, este proceso se ha disparado, incrementando la focalización en los logros y el enriquecimiento individuales junto al culto a la personalidad, todo ello, a cualquier precio. La consecuencia ha sido una sociedad capitalista y de consumo rampante, con una búsqueda desenfrenada del propio placer junto al desprecio por el resto de los seres vivos y por el planeta. Guerras absurdas, crecimiento económico absurdo, ilimitado e insostenible, extinción de especies o hambruna de buena parte de la humanidad mientras se despilfarra la comida en otros países.

El pensamiento transpersonal postula que los seres humanos necesitamos salir de las visiones meramente individualistas para estructurar una conciencia colectiva

La sobrepoblación ha generado que los cazadores recolectores que sobrevivían de esquilmar su pequeño entorno cada pocos meses, y que estaban obligados a ser nómadas, nos hayamos convertido en 8.000 millones de depredadores que estamos esquilmando la Tierra. El problema es que, una vez destruida, no tendremos donde emigrar.

Tanto la Psicología como la Psiquiatría desde su nacimiento, por el énfasis que ponen en la introspección, a menudo han potenciado esta visión individualista y autocentrada de los individuos. Solo escuelas como la Psicología Transpersonal, las Terapias de tercera Generación o las Ciencias Contemplativas han reflexionado sobre la relación indisoluble entre nuestra felicidad y la de todos los seres de nuestro entorno y la necesidad de salir de la visión narcisista sobre nosotros mismos.

Por eso ahora, más que nunca, es tiempo de lo Transpersonal: Solo una conciencia colectiva bien estructurada, más allá de nosotros mismos y de nuestras pequeñas necesidades, prosocial y preocupada por la sostenibilidad del resto de los seres vivos y del planeta nos unirá en la búsqueda no sólo de la supervivencia colectiva, como en tiempos del Paleolítico, sino en la mayor de las metas posibles: la búsqueda global y sostenible del bienestar y de la felicidad para toda nuestra especie.

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