Por
  • Jesús Soria Caro

Conmigo vais, mi corazón os lleva

Antonio Machado en 1909, en su retrato de boda
Antonio Machado en 1909, en su retrato de boda
Pilar Cervero/archivo

Cerca del mar, un 22 de febrero, en Colliure, tras haber dejado atrás un amor imposible, haber sufrido el dolor de la muerte de Leonor, a quien encontrabas en tu poesía, caminando por los sueños, por el interior del amor, regresando a las huellas de lo vivido, ansiando tal vez reencontrarte alguna vez con ella. 

Así te imagino, frente al mar, viendo tal vez en sus aguas una nueva metáfora, la de lo eterno de cada uno de los instantes de tu vida, siendo aquellas corrientes la totalidad del agua que podía contener, en su movimiento, cada una de las olas que fueron sepultadas en su profundidad. Así tu vida se te representaba como el mar, en la unión azul de todas las olas de lo vivido, azul como el cielo de tu infancia que fue magistralmente evocada en tus últimos versos: “estos días azules y este sol de la infancia”.

Henry Bergson te impresionó con su conciencia del tiempo, la búsqueda de Dios, del Élan vital; que se basaba en la idea de la energía inmaterial sobre la que se sostiene la inmensidad de la existencia. En Portbou te encontraste con María Zambrano, creadora de la “Razón poética” que planteaba que junto a la lógica había otra manera de mirar, más creativa, intuitiva, surgida de lo poético. Era la visión del ojo del sueño que junto con el ojo de lo real conforman, en su unión, una mirada más completa. Acuñó este término al estudiar tu obra, que era poesía filosófica, mientras que la suya era filosofía poética. Te propuso subir en su vehículo, no quisiste, le dijiste que junto a los que sin nada caminaban estaba tu lugar. 'Conmigo vais, mi corazón os lleva' es un excelente libro que Isabel Miguel y su autor, César Ibáñez, presentaron en Zaragoza. Está tu obra vinculada a Soria, el estudio, las notas, el proyecto son magistrales. Hablaron de tu mitificación que ha ensombrecido tu grandeza literaria. Hay que estudiar tu prosa, tus heterónimos. Viajero del pensamiento, ya habrás llegado a la eternidad, tal vez conozcas ya los secretos del tiempo y de Dios que tu maestro, Bergson, despertó en ti. Te imagino viajando, como dicen tus versos: “Yo he visto mi alma en sueños/en el etéreo espacio/donde los mundos giran”.

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